De los incendios y nuestras fallas de liderazgo
Consultor Senior, Centro de Asesoría Empresarial-FEN Universidad de Chile
La noticia más importante en nuestro país está siendo la gran devastación de zonas forestales a raíz de los incendios que las están afectando. Los incendios en sí no son noticia, ya que sabemos que aunque se inviertan millones de dólares en la prevención y se castigue severamente a los responsables, seguirán ocurriendo hasta el día que se queme el último árbol.
El gran problema, en mi opinión, es qué hacemos cuando ocurren y no me refiero en esta columna sólo a los incendios forestales sino que a cualquier tipo de emergencia que nos afecta como personas u organizaciones. Tenemos la sensación de estar “apagando incendios” todos los días, ¿no es así?
El liderazgo soluciona problemas relevantes. Covey (1989) nos enseña que el liderazgo es proactivo, ya que se preocupa de los problemas antes que se conviertan en crisis. Es decir, se enfoca en aquello que es importante y no urgente. En este sentido, cabe reconocer que la gestión de catástrofes y emergencias en Chile se ha fortalecido desde 2010, especialmente en la prevención. Ahora bien, esto no quiere decir que el liderazgo no se preocupe de lo “urgente”, muy por el contrario, asume la crisis y reacciona en forma adecuada.
El liderazgo se ejerce desde el lugar de la escena. Hollander (1978) nos demuestra que el liderazgo resulta de una interacción entre un líder, sus colaboradores y una situación que afecta a “ambos”. Por lo tanto, es necesario que el líder se posicione en la misma situación que afecta a sus colaboradores. En el caso de los incendios, es muy probable que si el ministro del Interior o la Presidenta de la República hubieran interrumpido su agenda, se habrían tomado las decisiones oportunas y adecuadas para controlar la catástrofe.
Es difícil liderar una crisis desde un escritorio o desde un punto de prensa en La Moneda y por lo tanto es clave que entidades como la Oficina Nacional de Emergencias (ONEMI), los intendentes y los gobernadores logren sensibilizar a las más altas autoridades cuando yerran en sus prioridades frente a este tipo de contingencias.
Los incendios y el daño que provocan en las organizaciones son una buena instancia para evaluar nuestro liderazgo. No sólo en cuanto a nuestra capacidad de evitarlos, sino también de flexibilizar nuestra agenda para pararnos en el lugar de los hechos y tomar las decisiones que nuestros colaboradores están esperando. Si bien nos resulta fácil criticar a quienes están tratando de liderar esta crisis medioambiental, es oportuno que reflexionemos también acerca de los incendios y de nuestras fallas de liderazgo.