Hace tres décadas nuestro país se encuentra en una paradoja: por un lado, se ha producido un despegue en nuestra calidad de vida, que se refleja en el alto Índice de Desarrollo Humano (IDH) (0,822) que nos ubica en el puesto 41 de la clasificación mundial y en primer lugar en América Latina y el Caribe. Por otra parte, Chile posee uno de los índices de mayor inequidad (Índice Gini de 50,5: Banco Mundial, 2015) que muestra una alta brecha en la distribución del ingreso económico.
Esta inequidad de ingreso se traduce en que en el país el acceso a salud se encuentra mediado por la capacidad de pago de las personas. En términos concretos, en lo que se refiere al gasto que incurren las personas, Chile es uno de los países de la OCDE (Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos) con mayor gasto de bolsillo en salud (cerca del 40% del gasto total en salud vs el 20% del promedio de la OCDE). Las consecuencias de esta inequidad hacen que las familias de menores recursos destinen más de su presupuesto familiar a salud. Dicho de otra forma: el gasto en salud es empobrecedor.
Un ejemplo evidente es el que señala Cid (2013). Según concluye, el gasto de bolsillo en salud es responsable del 2,6% del índice del Gini1. La mitad de este gasto es en medicamentos. Las personas que más gastan son las mujeres y adultos mayores de escasos recursos; siendo los medicamentos más prevalentes, los muy básicos y los asociados a enfermedades crónicas.
Fonasa se instala como un potente agente nivelador de equidad frente a este escenario, ya que las personas con trabajo formal aportan proporcionalmente a su capacidad de pago, a través de sus cotizaciones y el estado aporta para asegurar a aquellos que no pueden pagar, por vía de aporte fiscal directo.
Fonasa otorga cobertura financiera en salud a los grupos sociales más vulnerables del país: personas carentes de recursos y/o pertenecientes a hogares que no tienen ingresos o trabajo formal. Este grupo representa aproximadamente al 35% del total de los beneficiarios de Fonasa. Además, Fonasa entrega cobertura a más del 80% de los trabajadores por cuenta propia y cerca del 90% de trabajadores de servicios domésticos, a quienes laboran por temporada, contratados por días (turno o jornada); a los trabajadores cesantes inscritos en una municipalidad, a los trabajadores acogidos al seguro de cesantía vigente y a alrededor del 90% de la población total de adultos mayores de nuestro país (aproximadamente 2.356.000 personas que corresponden al 17% del total de los afiliados).
Más allá de los objetivos sanitarios que debe perseguir nuestro sistema de Salud, la cobertura financiera universal de salud a través de un seguro de salud solidario en que las personas aporten según capacidad de pago y utilicen de acuerdo a necesidad, permite crear bases sólidas para ayudar a las personas a escapar del ciclo de la pobreza y avanzar hacia un desarrollo económico del país con equidad , inclusión y cohesión social.
1 Véase: “Proyecto: Bases para una Reforma del Aseguramiento de la Salud en Chile” Taller Políticas Públicas UC. Propuestas para Chile. Concurso Políticas Públicas 2013