Uno de los efectos financieros derivados de la política arancelaria impulsada por el gobierno de EEUU ha sido una significativa depreciación del dólar, que ha caído 9% en términos multilaterales desde fines de enero, lo que lo sitúa en un mínimo de tres años. En este contexto, se ha reabierto el debate sobre la hegemonía de la divisa, no solo como consecuencia de la impredecible política comercial en curso, sino también con una mirada más larga, por los déficits fiscales persistentes, el alto nivel de deuda pública y el proceso de desdolarización que hace años promueven otras grandes naciones.
Las cifras que respaldan la supremacía del dólar estadounidense son abrumadoras. De acuerdo con datos de Bloomberg, 88% de las transacciones globales en moneda extranjera se realizan en esta divisa, 70% de la deuda emitida en moneda extranjera está denominada en dólares, más del triple de las emisiones en euros y 30 veces el monto emitido en yuanes. El dólar representa 59% de las reservas globales de divisas y el mercado de bonos del Tesoro con más de US$ 30 trillones, es el mayor del mundo.
“No hay alternativas reales para sustituir al dólar. Ni el euro, el yuan, el yen o el franco suizo están en condiciones de tomar su lugar. Tampoco las criptomonedas”.
Autores como Barry Eichengreen han estudiado este tema y comparan el momento actual del dólar con la crisis de Suez de 1956, cuando se combinó una intervención militar fallida del Reino Unido a Egipto, con presiones económicas y políticas de EEUU, que se oponía al conflicto. Este episodio expuso diversas debilidades del Gobierno británico y, en consecuencia, de su moneda. A su vez, provocó una corrida contra la libra esterlina, una devaluación forzada y la aceleración de su declive que a la larga terminó con su hegemonía. Este es un precedente que se debería tener en cuenta al momento de analizar los efectos de la situación actual de EE UU y su conducción política y económica sobre el predominio del dólar.
Sin embargo, por el momento no hay alternativas reales para sustituir al dólar. El euro tiene limitaciones derivadas de la fragmentación política europea, mientras que el yuan está condicionado por las restricciones de convertibilidad y control estatal del Gobierno chino. Otras monedas como el yen o el franco suizo están lejos de tener la escala apropiada, mientras que la alta volatilidad y falta de transparencia juegan en contra de las criptomonedas para desempeñar este rol.
La inercia de las transacciones, la flexibilidad y dinamismo de la economía de EEUU, así como la ausencia de una alternativa viable hacen que el riesgo de un momento Suez para el dólar sea muy bajo, al menos en el corto plazo. Sin embargo, el abuso de su posición dominante puede llevar a las grandes economías y a los inversionistas privados a seguir reduciendo su exposición a la moneda estadounidense. Los países BRICS están buscando expandir su influencia global, al tiempo que empujan por reducir su exposición al dólar, por ahora con escaso éxito. Sin embargo, estas amenazas, sumadas a eventuales errores de política económica de EEUU podrían, con el paso del tiempo, transformarse en un riesgo mayor para la supremacía global del dólar.