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Columnistas

El empleo formal paga la cuenta

INGRID JONES Economista de Libertad y Desarrollo

Por: Equipo DF

Publicado: Jueves 30 de octubre de 2025 a las 04:04 hrs.

Las últimas cifras del mercado laboral informadas por el INE continúan mostrando un panorama poco dinámico. La tasa de desocupación nacional se ubicó en 8,5%, registro algo menor al mismo dato del año anterior, pero que ha reflejado una sostenida debilidad desde el segundo trimestre de 2022. En mujeres, el panorama sigue siendo aún más preocupante, con un desempleo que no baja de 9% y una tasa de ocupación menor a 50%. Es decir, de las mujeres que están en edad de trabajar, solo el 48% tiene un trabajo, proporción que en hombres es de 65,7%. La tasa de desocupación en jóvenes llega al 20% y en mayores de 55 años a 4,7%, ambas medidas varios puntos porcentuales por sobre su promedio histórico prepandemia.

Aunque en 12 meses se crearon cerca de 134.000 nuevos puestos de trabajo, el empleo formal se ha desacelerado, lo que se explica principalmente por una menor creación de empleo asalariado formal. En contraste, el número de empleos informales ha retomado un mayor dinamismo y, si bien el número de personas que trabajan en la informalidad es más bajo que el máximo postpandemia de abril del año pasado, sigue siendo un registro muy elevado, en torno a 2,5 millones de trabajadores. La consecuencia es que todavía faltan por recuperar cerca de 259.000 puestos de trabajo para alcanzar los niveles de ocupación previa a la crisis sanitaria. Este déficit se concentra de manera crítica en jóvenes y mayores de 55 años.

“No podemos seguir perpetuando la fragilidad del mercado del trabajo. De no existir medidas que incentiven la inversión y el desarrollo del capital humano, es imposible crecer más y generar empleos formales”.

Estas cifras están lejos de ser positivas y no sorprenden, pues el deterioro del mercado laboral responde no solo al magro desempeño de la economía -donde crecer un par de décimas más que lo previsto no hace la diferencia-, sino que también a un conjunto de leyes que han significado un aumento relevante en los costos laborales para las empresas, de hasta 24% real a la fecha, dependiendo del tamaño de la empresa y de la proporción de trabajadores afectos al salario mínimo.

De este efecto, dan cuenta no solo las estimaciones del Banco Central -que proyectó una caída promedio en el empleo de 5,6%, en empresas con alta proporción de trabajadores afectos al salario mínimo y de 1,5% en el empleo asalariado formal-, sino también otros indicadores. El índice de avisos laborales y las cartas de despidos de las empresas reflejan que los mayores costos no son inocuos para las empresas y que afectan la contratación de trabajadores. Además, los trabajadores menos calificados, aquellos que tienen como máximo nivel el secundario, se han mantenido en niveles que son 12% inferiores en promedio al dato previo a la pandemia, lo que es consistente con el efecto que el alza del salario mínimo tiene en estos grupos y la automatización.

No podemos seguir perpetuando la fragilidad del mercado del trabajo, pero, de no existir medidas que incentiven la inversión y el desarrollo del capital humano, es imposible crecer más y generar empleos formales. También se requiere impulsar la participación femenina en el mercado laboral y no seguir aumentando los costos laborales de las empresas, de tal manera se alcancen niveles de ocupación más altos, con mejores puestos de trabajo y permanentes.

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