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El tratado comercial más grande del mundo

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El pasado 12 de febrero el presidente Obama en su discurso sobre el Estado de la Unión destacó solo dos iniciativas que su país priorizará en su agenda comercial. La conclusión de la negociación del TPP y el Acuerdo Comercial Transatlántico con la Unión Europea. Por su parte, el titular de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, declaró también públicamente el compromiso europeo con este proceso.

En este tratado confluye el país individual y el bloque económico más importantes del planeta. Ambos aspiran a concretar en un lapso de dos años este tratado de libre comercio. Será la zona de libre comercio más grande del mundo, un bloque que involucra el 45% del producto mundial y un tercio del comercio global.

El alcance estratégico de este tratado, más los que se concretan en el Asia, cierra un ciclo de preponderancia de bilateralismo y regionalismo en el comercio mundial en esta era de globalización y redefine el escenario de la economía mundial.

Este tratado es la respuesta del norte al desplazamiento de los flujos comerciales globales hacia el Océano Pacífico. Es la reacción al ascenso de las naciones emergentes lideradas por China e India, en al Asia, y Brasil, en nuestra región.

Sin embargo, algunas dudas persisten sobre esta negociación. Cuál será el impacto que esta negociación, en conjunto con el proceso de TPP , tendrá sobre las normas comerciales multilaterales y el rol que jugará en este nuevo escenario la Organización Mundial de Comercio como organismo con competencias limitadas sobre esta nueva realidad de normas emergentes en el comercio internacional. En cuanto a la propia negociación, la principal duda se refiere al alcance que tendrá el tratado y, en ese contexto, ¿con qué grado de profundidad serán abordados los asuntos agrícolas que suelen ser los más sensibles en estos procesos?. ¿Servirá este proceso para abordar y resolver las tensiones comerciales existentes entre ambos socios? Estas respuestas, señalarán cual será el real impacto de este tratado para el sistema comercial mundial y para economías pequeñas como la chilena.

Por lo pronto, Chile tiene tratados comerciales con ambos socios desde ya casi diez años. No debiéramos esperar un impacto directo significativo en cuanto al potencial desvío en las corrientes de comercio e inversiones. Con ambas somos economías complementarias y no participamos mayormente en el comercio de aquellos sectores que suscitan la mayor competencia entre ambos.

El comercio Estados Unidos-Unión Europea está fuertemente concentrado en sectores económicos industriales de alta tecnología y una pequeña poción, sólo 4%, en productos agropecuarios, principales rubros de exportación de Chile a ambos mercados.

Los efectos de este tratado para Chile serán principalmente sistémicos y sin duda positivos, pues esta negociación debiera reactivar la agenda comercial y dar un impulso para recuperar la senda del crecimiento de las economías europeas y reactivar el dinamismo de la economía americana.

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