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Esa mediocre evasión

Pedro Fierro subdirector de Fundación P!ensa

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Pedro Fierro

¿Qué tan importante es el desequilibrio en una sociedad para la generación de cambios profundos? ¿Y qué actitud estamos teniendo frente a él? La primera pregunta puede ser interesante en un contexto de crisis, donde se exige adaptación de la sociedad a condiciones y exigencias nuevas. Ahora, sería más importante preguntarnos por la actitud que estamos teniendo frente a este desequilibrio.

Debiesen existir al menos dos alternativas frente a las brechas que evidencia una crisis como la que vivimos: o las asumimos y trabajamos por generar cambios sociales, o simplemente evadimos y luchamos por permanecer en el status quo. El ideal, quizás, sería vivir ese proceso de adaptación y cambio, con el consecuente diálogo, respetando valores personales, virtudes e intereses de todos y cada uno. Lamentablemente lo más común parece ser la evasión.

Como ya comentamos, las crisis pueden representar una oportunidad única para generar cambios necesarios. Con esto nos referimos, por ejemplo, a combatir de lleno el amiguismo, los abusos y la corrupción. ¿Fácil? Por supuesto que no, pues será necesario asumir la responsabilidad que tenemos en estas situaciones, lo que evidentemente generará costos importantes para todos. Al final, estamos asumiendo que esta crisis no es solo política, sino que abarca la forma corrupta y "penca" en que nos estamos relacionando a distintos niveles.

Lo recién planteado se puede expandir a otros "desequilibrios" que estamos vivenciando.

Recientemente se decretó emergencia ambiental en Santiago, situación que no se daba hace 16 años. Aún así, autoridades señalaban que la culpa de ese estado era del clima. No era problema de nuestras conductas y de cómo nos estamos desarrollando. Tampoco de tener una ciudad bastante pequeña para 7 millones de habitantes. La culpa era del clima. ¿No es eso evasión?

Con la descentralización parece suceder algo parecido. El hacerse cargo de estos eventuales cambios significa dialogar con respeto para la búsqueda de soluciones reales, el problema es cuando no se da ni el tiempo para el debate. Algo así sucedió recientemente con el PS, que al definir las prioridades de la agenda dejó en claro que la descentralización no aparece en el mapa. Las razones serían, entre otras, los índices económicos y la crisis de credibilidad. Está perfecto priorizar, pero instrumentalizar razones es otra típica manera de evadir conversaciones difíciles.

Si queremos que los desequilibrios representen reales oportunidades de cambio, debemos asumir que todos tenemos algo de responsabilidad en potenciar el desarrollo de nuestra sociedad, pues es ahí donde se vuelven palpables. Afortunadamente varios han asumido la tarea, y las recientes manifestaciones en pro de la descentralización son un simple ejemplo de ello. Individuos que tienen diferencias importantes, ideas y propuestas muy distintas, pero que comprenden que en el diálogo se podrá encontrar adaptación social a condiciones que han cambiado.

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