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Estamos infectados con la enfermedad holandesa

Los principales riesgos para la economía chilena históricamente han venido...

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Los principales riesgos para la economía chilena históricamente han venido desde el exterior, por nuestras características estructurales que, casi por definición, nos hacen estar sujetos a volatilidad, amplificada si se aplican políticas erróneas, como el tipo de cambio fijo desde 1979 a 1982. Chile es una economía pequeña, muy abierta a los flujos de comercio exterior y de capitales externos, basada en exportaciones de commodities, con un producto que representa el 50% de las exportaciones. Por eso, prácticamente todas nuestras crisis económicas han sido detonadas por graves problemas en el exterior.



Los efectos de la crisis de la eurozona, de la lenta recuperación en EEUU y la desaceleración china, aunque focalizadamente, ya se están produciendo: bajaron las exportaciones en algunos productos, como los del sector forestal. Además, países importantes como Brasil y Argentina, están enfrentando severas dificultades por causas externas y de política económica interna.

No obstante, es el tipo de cambio, que es bajo en términos nominales y reales, lo que complica a los exportadores. Para ellos los costos internos en pesos han subido: remuneraciones, electricidad, construcciones, servicios a empresas; lo que se debe al mismo fenómeno de apreciación del peso, puesto que los precios de bienes no transables tienden a subir por encima del de los transables.

Un tipo de cambio a la baja conlleva muchas dificultades para las exportaciones no cobre porque el precio del cobre es un gran determinante del precio del dólar en Chile. No obstante, el alto precio del cobre podría ser transitorio, porque una recesión internacional bajaría la demanda del mineral por el mayor riesgo y contracción de los contratos a futuro, como vimos en 2008. Si el precio del cobre se mantiene en el nivel actual, se esperarían más dificultades para los exportadores ya que el dólar no subiría, lo que afectaría la actividad económica en esos sectores y en los que compiten con productos importados, con impacto en el empleo, en las expectativas y, por ende, en la inversión.

El ciclo a la baja de 2008-2009 tuvo un ingrediente adicional que esta vez no se ha percibido: la fuerte disminución en el financiamiento externo a los bancos chilenos, que junto a las expectativas generaron un verdadero “credit crunch”, sobre todo para las pymes. Esto por ahora parece lejano, por lo que se espera cierto impacto aunque acotado a algunas regiones y sectores, por la concentración en producción ligada a exportaciones no cobre.

Esto reabre un debate de décadas en nuestro país; es un hecho que la concentración de exportaciones en commodities, especialmente en productos como el cobre, con poca elaboración, genera fragilidades frente a los ciclos económicos de otros países. Lo nuevo es la volatilidad adicional producto de la globalización. La evidencia dice que, en el caso del cobre, no tiene relación con la propiedad de las empresas, ya que hemos tenido varias estructuras de posesión, en minería y en empresas de otros sectores, y el asunto sigue siendo el mismo: exportamos materia prima poco elaborada; si el precio del cobre es alto el peso se aprecia y sufren los otros exportadores. Para algunos es necesario incorporar valor agregado, lo que se ha discutido a propósito del litio; lo complejo es definir cómo se hace esa incorporación, porque hasta ahora no pasa de ser una expresión de deseos, algo voluntarista.

Es claro que las exportaciones no tradicionales han aumentado notablemente en 20 años; mientras que la volatilidad del dólar es negativa, no obstante estaríamos peor si no hubiésemos abierto mercados externos e incorporado a la tan criticada globalización.

Dilucidar cómo modificamos la cobre dependencia; la utilidad de los clusters; si necesitamos gastar más en I+D o seguimos confiando en el colchón de ajuste que genera un tipo de cambio libre y una política fiscal basada en el equilibrio estructural, con los consiguientes depósitos en el exterior, son algunas de las preguntas que surgen. No podemos debatir sólo sobre problemas coyunturales, quizás lo más importante es analizar las políticas orientadas al desarrollo del país, sin desconocer que, como decía Keynes, el largo plazo es la suma de los cortos plazos.

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