Golpe blanco a la legislación laboral: la DT se salta al Congreso
NICOLÁS MONCKEBERG ABOGADO Y EXMINISTRO DEL TRABAJO
En silencio y sin debate, la Dirección del Trabajo acaba de hacer algo que el Gobierno jamás consiguió aprobar en el Congreso: inventó, por dictamen, una nueva forma de negociación colectiva por área o ramal en el corazón de la minería. En los hechos, se trata de una mini-reforma laboral dictada de oficio, sin parlamento ni ley que la respalde.
El Dictamen 747 valida y registra el “acuerdo marco” entre la Confederación de Trabajadores del Cobre (CTC) y la Asociación Gremial de Empresarios para la Minería (AGEMIN), con la participación de Codelco, creando una categoría de instrumento que no existe en ninguna ley: el “acuerdo colectivo atípico”. No es contrato colectivo ni un convenio del Libro IV, pero se le da un estatus casi constitucional: se dice que expresa la libertad sindical, que su incumplimiento puede constituir práctica antisindical y que deberá considerarse en las licitaciones de Codelco y en las fiscalizaciones de la DT. No es ley, pero se aplica como si lo fuera.
“Con esta resolución, la autoridad administrativa empuja al país hacia una negociación ramal de facto en el mundo de los contratistas del cobre”.
Con esta resolución, la autoridad administrativa empuja al país hacia una negociación ramal de facto en el mundo de los contratistas del cobre. La misma reforma que la exministra Jeannette Jara y el Gobierno no fueron capaces de tramitar en el Congreso, hoy pretenden instalarla vía dictamen.
El problema no es solo de forma, sino de fondo. Aunque se trata de un acuerdo firmado por una confederación sindical y una asociación gremial, sus efectos recaen sobre empresas -muchas de ellas pymes- y trabajadores que nunca se sentaron en esa mesa, pero que aspiran legítimamente a ser proveedores de Codelco. Pensemos en una PYME de Antofagasta: si quiere prestar servicios a la estatal, deberá alinearse con un pacto que no negoció ni suscribió. ¿Libertad sindical? Sí, siempre y cuando usted esté de acuerdo con lo que ya firmaron otros.
A la DT y al Gobierno tampoco les importa el impacto en la libre competencia. Convertir este acuerdo en llave de acceso al mercado de servicios de Codelco puede transformarse en una barrera de entrada disfrazada: quien no acepta el modelo CTC–AGEMIN queda fuera del juego. Más grave aún, la DT deja una amenaza flotando: incumplir el acuerdo “podría” ser práctica antisindical, sin explicar cuándo, cómo, ni por qué. Un arma jurídica cargada sobre la mesa, lista para dispararse caso a caso.
Lo ocurrido con este dictamen muestra lo peligrosa que es una de las principales propuestas de la exministra Jara, heredada de este Gobierno en materia de negociación ramal obligatoria. Este modelo no fortalece a “los trabajadores”, sino a una sola organización, que se vuelve de hecho interlocutora exclusiva frente a Codelco ¿El resultado? Otras pequeñas empresas contratistas y miles de trabajadores que no estén afiliados a esos sindicatos quedan en el más absoluto desamparo.
¿De qué libertad sindical hablamos cuando se usa para construir el monopolio de una sola organización en desmedro de las demás? Aquí se vulneran dos principios básicos: la igualdad entre las organizaciones y la libertad sindical negativa, es decir, el legítimo derecho de un trabajador a no afiliarse sin ser castigado por ello. Esta propuesta excluye a cientos de PYME y a miles de trabajadores que no pueden plegarse a las condiciones que imponen los sindicatos más grandes y poderosos.
Si Jara y el Gobierno quieren impulsar este camino equivocado, que lo hagan de frente y donde corresponde: en el Congreso, con ley y control democrático. Lo que no es aceptable es que una repartición administrativa, por bien inspirada que esté, se arroje el poder de rediseñar el mapa de la negociación colectiva por la vía rápida del dictamen. Eso ya no es interpretación: es legislar sin tener los votos.
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