Hidrógeno verde: innovación y competitividad antes que subsidios
JUAN GUILLERMO WALKER CEO y fundador de FreePower Group
El anuncio del Gobierno sobre el proyecto de ley para fomentar el H₂V marca un hito en la conversación energética del país. Chile busca posicionarse como líder global en esta industria emergente, y el compromiso estatal es un paso relevante. Sin embargo, conviene hacer una pausa para mirar con realismo qué es lo que realmente necesita este sector para despegar: más que subsidios a la demanda, requiere innovación que lo haga competitivo.
El problema no está en la producción. Las tecnologías existen, los proyectos avanzan y el capital internacional observa con interés. El verdadero cuello de botella es la competitividad frente a los combustibles fósiles. Subsidiar el consumo de un producto más caro que su equivalente convencional puede dar una señal política, pero difícilmente consolidará una industria. Ya lo vimos con las energías renovables: cuando eran más caras que el carbón, los incentivos no lograron masificarlas. Fue la innovación -paneles solares más eficientes, turbinas de mayor escala, baterías más baratas- la que permitió que la transición se volviera irreversible.
“El verdadero cuello de botella es la competitividad frente a combustibles fósiles. Subsidiar el consumo puede dar una señal política, pero no consolidará una industria”.
Chile debe enfocarse en fortalecer su competitividad en energías renovables y en la producción de HV y sus derivados, como combustibles sintéticos y amoníaco verde. Algunas medidas concretas son eximir a las plantas de H₂V del pago de costos sistémicos cuando retiran energía de la red, y reducir los pagos asociados a terrenos fiscales en la etapa de estudios, liberando así capital de riesgo para el desarrollo de proyectos.
También es clave agilizar permisos y el acceso a concesiones portuarias e infraestructura compartida, junto con reforzar el financiamiento de Corfo para innovación y transferencia tecnológica a instituciones como el Millennium Institute of Green Ammonia (MIGA) y a la academia.
Magallanes es un buen ejemplo. Su viento de clase mundial podría convertir a la región en un polo energético global, pero esto exige planificación territorial, servicios y conectividad. El norte del país ofrece otra oportunidad: sol abundante, corredores industriales y la posibilidad de usar aguas residuales. Ambos territorios muestran que el H₂V puede ser un vector de desarrollo regional si se planifica con visión de largo plazo.
Chile tiene todas las condiciones para liderar esta transformación: recursos naturales, experiencia en renovables e institucionalidad reconocida. Pero el liderazgo no se alcanzará por decreto ni subsidiando la demanda. Se logrará si entendemos que el verdadero impulso al hidrógeno verde vendrá de la capacidad de innovar para hacerlo competitivo. Esa es la apuesta que puede marcar la diferencia entre una oportunidad perdida y un nuevo capítulo en nuestra historia energética.