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Léo Apotheker versus Kenny “the fish”

El año 2011 fue turbulento para la economía occidental...

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El año 2011 fue turbulento para la economía occidental. La crisis financiera se debió, en buena medida, a prácticas especulativas de carácter delictivo. No quiero descalificar sin más al empresario en general, pero he de afirmar que depredadores no hubieran podido campar a sus anchas sin la cómplice benevolencia de gobiernos y organismos reguladores y sin el apoyo de clientes codiciosos.



Se comprende que los empresarios estén en el punto de mira de la crítica, y la corriente de indignación que recorre el mundo se alimenta justamente de casos como el de Léo Apotheker. Hace un año, la multinacional Hewlett Packard no se encontraba en su mejor momento. Léo Apotheker asumió, como nuevo CEO, el reto de devolverla a los puestos de cabeza del sector. Para facilitar su llegada, HP lo gratificó con US$ 8,6 millones. Era importante que comenzara motivado, pero ese premio no bastó: la gestión resultó desastrosa: dos planes de reestructuración fallidos y la pérdida del 45 % de su valor en bolsa. Al cabo de once meses, Apotheker dimitió. Una salida discreta era lo lógico, pero HP lo recompensó con US$ 13 millones. Esto despertó sorpresa y escándalo, en Estados Unidos y Europa, y reavivó el debate sobre el gobierno de las empresas y la remuneración de sus directivos.

Afortunadamente, no todos son como Apotheker. Hay gente como Kenny Yap, alias “the fish”. Su empresa, Qian Hu Corp. Ltd., es la primera exportadora mundial de peces decorativos. Yap ha tenido éxitos alternados con fracasos y un prestigio creciente que lo convierte en uno de los hombres más admirados de Singapur. Aunque se trata de una sociedad anónima, los Yap tienen la mayoría del capital. Al presentar su informe a los accionistas, se dirige a ellos como “mis queridos jefes”, y en él incluye dos capítulos: “Éxitos” y “Fracasos”. Los miembros de la familia que trabajan en la empresa cobran un sueldo modesto, que aumenta en función del número de hijos. Kenny tiene 46 años, y ya pensó en su sucesión, para lo que eligió el equipo que lo reemplazará, cuando deje la gestión diaria.

Para regenerar el capitalismo hacen falta regulaciones que se cumplan. La cultura empresarial que él vive debería poder aplicarse en ámbitos como el retail, la farmacia o el avícola.

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