Lucy Kellaway

Las diez reglas esenciales para escribir un buen currículo en LinkedIn

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Por: Lucy Kellaway | Publicado: Lunes 11 de abril de 2016 a las 04:00 hrs.
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Me ha tomado trece años y 414 millones de personas han llegado antes que yo, pero la semana pasada por fin me senté a componer mi currículo para LinkedIn. Lo bueno de sumarme tan tarde es que todo lo que hay que hacer es hallar una persona que haya dominado este prácticamente imposible estilo de composición y copiarla.

Mi primera parada fue el currículo de una mujer que espero pronto sea la más importante del mundo. El perfil de Hillary Clinton dice así: “Esposa, madre, abuela, defensora de las mujeres y los niños, Primera Dama de EEUU, Primera Dama de Arkansas, Senadora, Secretaria de Estado, amante de los perros, icono del peinado, aficionada al traje pantalón, candidata presidencial 2016”. ¿Es una broma? ¿Cree en realidad la ex Primera Dama que su papel de abuela (de las cuales hay aproximadamente 35 millones en EEUU solamente) es más interesante para los miembros de LinkedIn que su candidatura a la Casa Blanca? Y en cuanto a los perros y los trajes pantalón, entiendo que está tratando de ser divertida pero no funciona. No copiaré a Clinton, pero me ha enseñado mis primeras dos lecciones: ni chistes ni divagar.

Después, traté a Reid Hoffman. Ya que fundó LinkedIn, debía saber hacerlo bien. Su currículo empieza: “Todos los aspectos de Internet y software para el consumidor. Enfoque en el desarrollo de productos, estrategia comercial, y finanzas, pero incluye administración general, operaciones, operaciones de negocios, desarrollo de negocios, administración de talento, y mercadeo”. Me perdió después de la primera docena de palabras, pero por lo menos me dio la lección número tres: no aburrir.

Después de eso, fui saltando de un perfil a otro y descubrí que nadie tiene ni idea de cómo escribirlo. Algunos currículos son maximalistas, otros minimalistas. Arianna Huffington alargó uno que ya era bastante largo con un párrafo de todos los programas de televisión donde se ha presentado, desde Charlie Rose a The O’Reilly Factor. Aquí hay otra lección: no ser autoindulgente.

El de Bill Gates, por otra parte, es corto. “Codirector de la Fundación Bill y Melinda Gates. Director de Microsoft. Lector voraz. Ávido viajero. Bloguero activo”. Es la lección número cinco: uno tiene derecho a mencionar sus aficiones si, como en el caso de Gates, las ha convertido en su vida.

No sólo no hay acuerdo sobre la longitud, tampoco lo hay sobre algo aún más básico: ¿primera o tercera persona? Casi todas las grandes figuras de los negocios eligen la tercera. “Jack Welch es uno de los directores ejecutivos más respetados y celebrados del mundo, conocido por su historial inigualable de éxito, su enorme amor por la gente, su feroz pasión por ganar, y su desenfrenado deseo por mejorar el mundo...” Del antiguo director de GE, saco las lecciones seis y siete. La tercera persona es demasiado formal para un sitio de redes sociales. Y fanfarronear así no sólo es flagrante, es prácticamente fraudulento. ¿Historial inigualable? ¿Enorme amor por la gente? ¿Quién lo dice?

David Cameron, en cambio, eligió la primera persona. “Llegué a ser Primer Ministro después de las Elecciones Generales de mayo 2010”, comienza con sencillez, y termina con: “Estoy casado con Samantha y tenemos tres niños pequeños, Nancy, Elwen y Florence”.

Esto establece la regla número ocho, la cual dice que uno sólo puede referirse a su familia en LinkedIn si uno es Primer Ministro, en cuyo caso, los desafortunados esposa e hijos son parte del paquete. Si no, mejor dejarlos fuera.

Todas estas personas famosas lo tienen fácil, pues ya sabemos quienes son, mientras los demás tenemos que destacarnos. Steven Burda, un asesor desconocido, se convirtió en el hombre más conectado del sitio en 2013 basado en un resumen que decía: “Yo muevo montañas... Un día me apoderaré del mundo. Nada es imposible para mi”. Esto lleva a la regla número nueve. Muchas personas en LinkedIn deben ser anormales.

De lo único que estoy segura es el cabezal; yo simplemente voy a usar mi título en Financial Times. A quien piense que esto es demasiado insípido, le presentó este horror de un banquero de Lloyd’s: “Arreglador Plantador con fuertes comportamientos de Negociante Adaptado”.

En cuanto al resto, todavía estoy mordiendo el lápiz. Pero eso podría ser porque no sé para qué sirve el sitio en realidad. Algunos lo usan para encontrar trabajos. Otros lo usan para conectarse, pero algunos ni siquiera hacen eso. Michael Dell concluye su currículo en tercera persona con una súplica en primera persona: “Por favor no pida conectarse conmigo a menos que nos conozcamos o hayamos trabajado juntos”.

Para él, el sitio no es para conectarse, sino para establecer superioridad. En ese caso, hay una forma mejor de hacerlo: dejarle de lado. Negarse a estar en LinkedIn es una posición ocupada por la Reina, el gobernador del Banco de Inglaterra, Warren Buffett, el Papa, el director del Financial Times y un hombre que yo sinceramente espero que no se convierta dentro de poco en el más importante del mundo: Donald Trump.

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