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Columnistas

Memorias Integradas ESG: repensando el sentido de lo que reportamos

PABLO VIDAL Gerente general Sustenta+

Por: Equipo DF

Publicado: Viernes 1 de agosto de 2025 a las 04:02 hrs.

En el ecosistema de la sostenibilidad corporativa estamos viviendo una temporada única. No es una más. Se trata de un momento de tensión creativa, donde dos grandes fuerzas están moldeando el presente y el futuro de las Memorias Integradas de Sostenibilidad: por un lado, la presión por cumplir con marcos normativos cada vez más robustos y complejos; por el otro, la necesidad de repensar el sentido de lo que reportamos y a quiénes se lo decimos.

En los últimos años, el universo del reporting ha vivido un boom: nuevas normas como la 461 en Chile, los estándares GRI 101 y 102, la CSRD (normativa de la UE que reemplaza a la NFRD) o el arribo del IFRS S1 y S2, han tensionado las capacidades internas de las organizaciones. Esto ha sido positivo en términos de profesionalización: las áreas de finanzas, inversión y auditoría entraron de lleno en el proceso. Sin embargo, al mismo tiempo surge una pregunta crítica e ineludible: ¿tiene sentido producir cientos de indicadores si no está claro para quién lo estamos haciendo?

“Hasta hace poco escribíamos reportes para que los leyeran personas. Hoy, debemos aceptar que una parte creciente del público lector serán algoritmos”.

Las memorias de sostenibilidad se concibieron como una herramienta de transparencia, compromiso y rendición de cuentas. Pero hoy, esa transparencia debe responder a múltiples públicos: no solo al inversionista, que sigue siendo clave y exige rigurosidad financiera, sino también a los colaboradores, comunidades, consumidores, reguladores y la sociedad en su conjunto.

Este año vemos cómo muchas empresas se enfrentan a un nuevo tipo de desafío: compatibilizar indicadores financieros y no financieros, cómo traducir impactos sociales y ambientales en datos, pero también en relatos comprensibles para quienes no leen informes de 500 páginas. Estamos en deuda con esos otros stakeholders. Hemos avanzado en normativa, pero no siempre en comunicación efectiva y significativa.

Otro fenómeno que empieza a incidir en este escenario es la inteligencia artificial. Hasta hace poco escribíamos reportes para que los leyeran personas. Hoy, debemos aceptar que una parte creciente del público lector serán algoritmos, que analizarán nuestra información, cruzarán fuentes, datos y nos plantearán nuevos desafíos

Esto cambia todo: ya no basta con redactar bien, hay que estructurar datos de forma comprensible para sistemas inteligentes. GRI ya ha dado los primeros pasos en esa dirección, y no sería raro que en poco tiempo más estemos hablando no de “memorias” sino de ecosistemas digitales de divulgación, con, por ejemplo, landing pages interactivas y rutas diferenciadas por tipo de stakeholder.

En un mundo sobresaturado de información y desinformación debemos entregar confianza. La respuesta no es solo técnica, sino cultural. Requiere liderazgo, visión de largo plazo y la convicción de que vale la pena ir más allá del cumplimiento legal. Es el nuevo estándar que deberíamos abrazar.

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