Open Banking: la ley abre la puerta, pero la confianza tiene la llave
NICOLÁS FRITIS CEO de Ipsos Chile
En febrero se zanjará la Ley de Finanzas Abiertas en Chile. Es una gran noticia para el ecosistema financiero, pero también un recordatorio de que la tecnología necesita ganar la confianza de las personas para avanzar.
En el reciente evento Digital Bank Open Banking quedó claro que, mientras las empresas están concentradas en aplicar normas y sistemas, los consumidores aún no están listos. Muchas personas no entienden del todo qué es el open banking y quienes lo hacen, temen que su información quede “suelta” y disponible para quién sabe quién.
Según una medición realizada por Ipsos en septiembre de este año, cuando una app cualquiera pide permisos, un 31% de los chilenos acepta sin mayor drama. Pero si la app quiere “ver” el saldo de su cuenta, solo un 17% lo permite y un 38% lo rechaza tajantemente. La edad también pesa: entre los mayores de 55 años, el “no” llega a 67%.
“Quien ganará no será quien tenga la API más elegante, sino quien transforme datos en ventajas reales y controle la ansiedad del usuario con experiencias seguras, simples y reversibles”.
La buena noticia es que la confianza se puede construir. Cuando se explica que el open banking funciona como un “pasaporte financiero digital” que el propio usuario puede controlar -otorgando y quitando permisos temporales- el atractivo sube de 52% a 62%. En el grupo 55+, el salto es de más de 20 puntos. Por tanto, no se trata solo de regulación y ciberseguridad: también de comunicación que traduzca la tecnología en beneficios cotidianos para los consumidores.
Un 69% de las personas confía más en su institución financiera de siempre para ofrecer ese “pasaporte”. Si la oferta proviene de otro banco, la confianza baja a 36%; si viene de una big tech, 35%; y si es de una fintech o banco 100% digital, 31%. Por ahora, corren con ventaja las marcas que ya tienen relación con el cliente.
¿Qué beneficios mueven la aguja? Las herramientas para comparar condiciones y gestionar cuentas en un solo lugar lideran; simplificar trámites viene después. Y mientras los jóvenes valoran más la inteligencia artificial y los productos preaprobados, los mayores aprecian la posibilidad de comparar y contar con información cierta. En simple,los consumidores buscan mejores tasas, menos papeleo y todo a la vista.
Para ganar la confianza de los consumidores, lo primero es mostrar controles y no solo pedir consentimientos: permisos temporales por servicio, un botón visible para revocar y un historial claro de accesos. Segundo, cumplir beneficios inmediatos: ahorro tangible de tiempo o dinero desde la primera experiencia. Tercero, comunicar de acuerdo con cada segmento: seguridad y control para los mayores; agilidad para adultos; automatización para jóvenes. Y cuarto, exhibir transparencia radical: métricas públicas de incidentes, devoluciones por fraude y un sello visible de certificación CMF.
La ley abrirá la puerta. Pero quien ganará no será quien tenga la API más elegante, sino quien transforme datos en ventajas reales y controle la ansiedad del usuario con experiencias seguras, simples y reversibles. El open banking no es pedir permiso, es construir confianza, transparencia y entregar beneficios reales, todo a la vez.
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