¿Qué tipo de Estado necesitan los privados para crecer más?
NICOLÁS GRAU Ministro de Hacienda
Un Estado que entregue con rapidez los permisos y cobre pocos impuestos. Uno fiscalmente responsable y con equilibrios macroeconómicos. Uno que impulse políticas educacionales que formen una fuerza de trabajo calificada y que garantice seguridad a sus ciudadanos. Estas suelen ser las principales solicitudes que se escuchan desde el mundo empresarial.
Más allá del mérito de estas propuestas -comparto la mayoría, salvo la idea general de reducir tributos-, esos énfasis tienden a invisibilizar algo que he escuchado repetidamente en los últimos años, luego de cientos de reuniones y audiencias con empresas de todos los tamaños y sectores: las empresas necesitan un Estado activo, que coordine, que articule soluciones, que comprenda sus desafíos y los resuelva, que genere bienes públicos específicos para inversiones concretas, que reduzca los costos de transacción en las etapas tempranas de los proyectos y que luego “abra la cancha” para que los privados puedan desplegar sus capacidades. En síntesis, un Estado que sea socio del desarrollo, que vaya más allá de su rol regulador y contribuya a generar confianza y visión compartida.
“Las empresa requieren un Estado que sea socio del desarrollo, que vaya más allá de su rol regulador y contribuya a generar confianza y visión compartida”.
La industria forestal, por ejemplo, necesita un nuevo modelo de negocio que le permita acceder a bonos de carbono, lo que requiere marcos de certificación, reglamentos y la existencia de actores público-privados capaces de operar este nuevo mercado. La construcción en madera industrializada depende de que la política habitacional se comprometa a comprar viviendas de madera de manera sostenida, otorgando certeza de demanda que habilite la creación de una nueva industria. Los proyectos de hidrógeno verde requieren carreteras, puertos, una fuerza laboral calificada y una red de proveedores eficiente. Eso exige una fuerte coordinación interministerial y la capacidad de dialogar con la industria para decidir de forma estratégica, gradual e inteligente dónde y cómo desplegar estos bienes públicos. Duplicar la producción de litio implica diseñar nuevos contratos, establecer acuerdos con comunidades indígenas y transformar las técnicas de extracción, hoy de alto impacto ambiental. El Biobío necesita un Estado que trabaje junto a sindicatos y gremios para poner en marcha cada componente de su estrategia de fortalecimiento industrial.
Más allá de los avances logrados en estas áreas durante nuestro gobierno, cabe preguntarse: ¿es posible abordar simultáneamente todas estas tareas, en todos los sectores que lo requieren, con el Estado tal como hoy está diseñado? Por más que hemos avanzado con el Programa de Desarrollo Productivo Sostenible, con el fortalecimiento de la división de Fomento, Inversión e Industria en la Ley Marco de Autorizaciones Sectoriales, y con la coordinación pública permanente que permite desplegar la Estrategia Nacional del Litio, la respuesta es que aún nos falta mucho. Y sin ese rol más activo y articulador, difícilmente podremos crecer sostenidamente por sobre el 3%, aunque la macroeconomía esté ordenada y los permisos se tramiten con eficiencia.
Cumplir estas tareas de coordinación, innovación y articulación exige un Estado más robusto, con mayor ancho de banda institucional para procesar problemas complejos y cambiantes, con conocimiento experto y experiencia acumulada en la interacción con el sector privado. Un Estado que desarrolle procesos iterativos de aprendizaje y colaboración, que descubra junto al sector productivo las dificultades de cada ámbito y codiseñe las soluciones. Un Estado que acompañe la innovación empresarial, que impulse y también oriente, que promueva mejores resultados económicos, sociales y ambientales. En definitiva, un compañero de ruta que da y también exige.
Por eso, en mi intervención durante la última Enade invité a los empresarios a que el debate productivo no se limite al tamaño del Estado, sino que nos preguntemos qué tipo de Estado necesitamos para crecer más, con menor impacto ambiental y empleos de mejor calidad. ¿De qué manera podemos fortalecer las capacidades del Estado para ejercer de forma eficaz y oportuna su función de articulación entre el sector público y el privado en una economía dinámica y en transformación? Ojalá acepten esa invitación.