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Revitalicemos el ahorro reajustable

Enrique Marshall Director Magíster en Banca y Mercados Financieros PUCV, exvicepresidente del Banco Central

Por: Enrique Marshall | Publicado: Miércoles 8 de junio de 2022 a las 04:00 hrs.
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Enrique Marshall

El ahorro reajustable surgió en los años sesenta con el objeto de promover el ahorro masivo y el acceso a la vivienda, tareas que entonces asumían las asociaciones de ahorro y préstamo, la CORVI y el Banco del Estado. Así, su sello social quedó consignado desde su origen.

Inicialmente, los reajustes se devengaban solo a fines de año. Posteriormente, se puso en aplicación la UF que contempla ajustes diarios. Sin duda, esta ha funcionado bien, especialmente en la promoción de los financiamientos de largo plazo. Sin embargo, en el campo del ahorro ha encontrado ciertas limitaciones.

“Cuesta entender que el tradicional ahorro reajustable se muestre debilitado o restringido, si fue creado para proteger a los pequeños ahorristas frente a la inflación”.

Por de pronto, habría que reconocer que el ahorro a plazo es un producto híbrido, que combina elementos, como los ajustes por inflación, propios de instrumentos de larga maduración, con otros, como la exigibilidad a la vista o en horizontes cercanos, propios de instrumentos de corto plazo.

Enseguida, la nominalización de la política monetaria ha traído consigo el amplio predominio de las tasas nominales en el mercado hasta un año y el desplazamiento de las tasas reajustables hacia el mercado de bonos o instrumentos largos. Con ello, el ahorro reajustable ha quedado en una posición intermedia y poco confortable.

Considerando el reducido interés por emitir títulos cortos en UF, se ha tornado crecientemente dificultoso calzar los fondos provenientes del ahorro reajustable. Valga recordar que el Banco Central emitió en el pasado los denominados PCR, que eran precisamente títulos cortos en UF, pero dejó de hacerlo.

La fuerte reducción de las tasas de interés reales también ha generado problemas, porque el ahorro reajustable ha quedado con un margen estrecho para cubrir costos. A ello se agrega que el sistema de ahorro reajustable está expuesto al arbitraje u otros movimientos oportunistas de parte de clientes avezados, lo que conlleva riesgos para quienes ofrecen este servicio.

Enfrentados a esas limitaciones, los bancos han tomado distancia del ahorro reajustable o han procurado sustituirlo por ahorro nominal. Por su parte, muchos clientes han optado por recurrir a otros instrumentos, como los fondos mutuos y, en lo más reciente, a inversiones en dólares. Sin embargo, en un escenario como el actual, cuesta entender que el tradicional ahorro reajustable se muestre debilitado o restringido, cuando fue creado precisamente para brindar protección a los pequeños ahorristas frente al flagelo de la inflación, que es el que arrecia en estos tiempos.

Por ello, bien harían las autoridades y los bancos en revisar las regulaciones y prácticas bancarias para revitalizar el ahorro reajustable. En esa perspectiva, me permito sugerir que se evalúe la posibilidad de introducir una línea de depósitos que permita calzar los fondos provenientes del ahorro reajustable de carácter masivo. Si hay otras propuestas, bienvenidas sean.

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