Trumpismo: Un hombre más fuerte, una institución más débil
Académica, Instituto de Ciencia Política, UC
No hay respuestas fáciles cuando se trata de la política global de hoy. Pocos predijeron la crisis económica de 2008; el ascenso de ISIS tomó incluso a Al-Qaeda por sorpresa, y hace tan sólo unos pocos años se pensaba que Brasil iba en camino a convertirse en una potencia mundial.
Pero para mí, el más sorprendente de todos los nuevos giros políticos es la llegada de Donald Trump como presunto candidato del Partido Republicano. Desde esta semana, también es el postulante a la Presidencia de Estados Unidos favorito de las encuestas, obteniendo en algunos estados más de 3%-5% de aprobación que Hillary Clinton.
Pero detrás de Trump se encuentra otra historia, más preocupante que la sorpresa inicial de su candidatura. Las instituciones políticas estadounidenses muestran estar profundamente debilitadas. Un atesorado sistema de controles y equilibrios ha sido inclinado. En marzo de este año, Antonin Scalia, juez conservador y uno de los nueve miembros de la Corte Suprema murió inesperadamente. El Presidente Obama rápidamente cumplió su deber constitucional de proponer a un candidato al Comité Judicial del Senado de Estados Unidos. Las normas establecidas en la Constitución indican que este Comité entrevista al candidato y luego lo somete a votación en el Senado, entregando una recomendación neutral, negativa o positiva. Los nominados a la Corte Suprema son confirmados con una mayoría simple en el Senado.
Hace un tiempo, cuando Trump era solo una broma para los comediantes de televisión, los republicanos del Senado decidieron bloquear la nominación propuesta por Obama. A pesar de que el candidato escogido por el Presidente era considerado como moderado, el partido Republicano estimó que después de ganar las elecciones, podrían proponer un candidato más conservador.
Hoy uno de los nueve puestos de la Corte está vacante. En caso de un empate, las decisiones se retornan a las cortes menores. La Corte Suprema perdió efectivamente su poder de dar la última palabra.
Esta semana, en un esfuerzo para mostrar a los conservadores un potencial candidato que cumpliera con sus criterios, Trump publicó una lista de posibles nominados. La mayoría de lo que propone Trump no tiene precedentes, pero esta lista transforma el proceso de nominación a la Corte Suprema en un espectáculo crudo, no basado en la brillantez jurídica, sino que en la inclinación ideológica.
El prestigio del sistema judicial de Estados Unidos se ha visto profundamente dañado por la negación del Senado a debatir la nominación propuesta por el Presidente Obama. Incluso peor, ahora los nombres de potenciales jueces son circulados como nominaciones a un concurso de belleza. En el muy corto plazo, algunos ven un destello de esperanza en el hecho de que la Corte Suprema esté ideológicamente equilibrada, podría tener el efecto inesperado de empujarla hacia un mayor compromiso y seriedad.
Pero no hay manera de suavizar este golpe. En el mediano y largo plazo la corte ha sido debilitada por los republicanos que bloquean la nominación. Con encuestas tan favorables hacia Trump, la posibilidad de ver a un hombre muy fuerte heredando instituciones muy débiles se ve más grande que nunca.