Si bien la industria aérea y gran parte de las compañías de este sector ya lograron recuperar los desempeños previos a la pandemia, distintos actores han coincidido en que el impacto fue estructural y que las proyecciones que se manejaban antes de la crisis sanitarias difícilmente volverán a replicarse en el corto plazo.
A dicho escenario de ajuste se han sumado otros episodios que han afectado el tráfico aéreo. Uno de los más recientes fue la huelga de pilotos de Latam, que se extendió por ocho días y golpeó las cifras de noviembre del aeropuerto Arturo Merino Benítez (AMB).
Y ahora, sin haber entrado en 2026, ya se asoma un nuevo frente que hoy mantiene expectante a la industria.
Según pudo constatar Diario Financiero, la Dirección de Aeropuertos (DAP) del Ministerio de Obras Públicas (MOP) tiene programada una inversión cercana a los US$ 12 millones para el terminal aéreo de Santiago durante el próximo año.
Las intervenciones -explicó la entidad- se realizarán de manera simultánea y obligarán al cierre alternado de la pista oriente (17L-35R) y la pista poniente (17R-35L), entre abril y agosto. Esto implicará que el principal aeropuerto del país opere durante cerca de cuatro meses y medio con solo una de sus dos pistas habilitadas.
Desde la Dirección de Aeropuertos señalaron que el objetivo de estas obras es enfrentar “diversos deterioros constatados en los pavimentos aeroportuarios”, además de “preservar su calidad y contribuir a la seguridad de las operaciones aeronáuticas”.
Asimismo, recalcaron que la planificación fue diseñada para minimizar los impactos, considerando que los trabajos se ejecutarían una vez finalizada la temporada alta y después de la realización de la Feria Internacional del Aire y del Espacio (Fidae).
El detalle de las obras
El MOP estructuró el plan en tres etapas. La primera, cuya licitación ya fue publicada en Mercado Público, corresponde a la conservación rutinaria de la pista oriente. Esta intervención considera un presupuesto cercano a los US$ 2 millones y se ejecutaría entre el 15 de abril y el 30 de junio, período en el que dicha pista permanecerá cerrada. Los trabajos incluyen la renovación de asfaltos, la conservación de luminarias existentes y la instalación de un sistema PAPI (Precision Approach Path Indicator).
En paralelo, la cartera contempla la conservación mayor de las calles de rodaje Alfa Norte y Bravo, obras que demandarán una inversión de US$ 6,7 millones. Estas faenas se extenderán desde el 15 de abril hasta el 1 de marzo de 2027 e incluyen la renovación de hormigones que han cumplido su vida útil.
“Dado que estos trabajos se prolongarán hasta el primer trimestre de 2027, las operaciones del aeropuerto se concentrarán en la pista poniente, mientras que la pista oriente será utilizada preferentemente para aterrizajes”, detalló la Dirección de Aeropuertos.
La tercera etapa corresponde a la conservación mayor de la pista poniente, cuya licitación se espera publicar en marzo de 2026. Estas obras tienen un presupuesto de US$ 3 millones y se ejecutarían entre el 1 de julio y el 31 de agosto.
¿Qué piensa la industria?
Desde la industria aérea reconocieron que los trabajos de conservación son necesarios para garantizar la seguridad y continuidad operacional del aeropuerto.
Además, ejecutivos ligados a las aerolíneas del país, valoraron el manejo que ha tenido el MOP, especialmente por haber informado con anticipación sobre estas obras, algo que -según señalaron- no siempre ocurrió en el pasado.
No obstante, advirtieron que si el plan se mantiene tal como fue presentado, las consecuencias serían inevitables, más aún considerando el riesgo de eventuales retrasos en los plazos.
“Por el momento no hemos encendido las alertas, porque vemos disposición del MOP para evaluar medidas de mitigación y evitar afectaciones relevantes. Es más, las autoridades, junto a la IATA y la Achila, han organizado mesas de trabajos, donde incluso se ha analizado la posibilidad de ejecutar obras por etapas, evitando que alguna de las pistas quede completamente fuera de operación”, comentó una de las fuentes.
El analista de tráfico aéreo, Ricardo Delpiano, explicó que el uso de una sola pista implicará una carga operativa significativa. “Los vuelos que aterrizan tienen prioridad, lo que puede retrasar los despegues y generar cuellos de botella”, señaló.
A esto se suman imprevistos propios de la operación aeroportuaria, como restricciones por presencia de aves o condiciones meteorológicas adversas, factores que podrían extender aún más las demoras.
Según Delpiano, este escenario podría derivar en pérdidas indirectas para las aerolíneas, asociadas a un mayor consumo de combustible, menor utilización de flota, pérdida de conexiones y afectación de itinerarios.
Frente a ello, reiteró que resulta clave avanzar en mejorar la eficiencia del uso del espacio aéreo, una demanda histórica de la industria que pasa por la modernización del equipamiento y los sistemas de control.