Un riesgo país que no debemos correr
Emilio Venegas
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Emilio Venegas
¿Cuáles son los principales activos de Chile, el cobre, el vino, sus bellezas naturales? Sí, pero económicamente hablando, también lo es su marco regulatorio y su política fiscal y monetaria responsable; en definitiva, su institucionalidad, lo que se ve reflejado en un bajo riesgo país, el cual históricamente ha sido el menor en Latinoamérica. Pero hoy esta reputación está bajo asedio por los casos Penta, SQM y Caval.
Básicamente, el riesgo país suele considerar el diferencial entre las tasas de endeudamiento local versus las de EE.UU. Por ejemplo, si el riesgo país de Chile llega a 100 puntos base, indica que la tasa de créditos para Chile es 1% más alta que para EE.UU. Para los agentes económicos, este diferencial refleja de forma concreta el riesgo sistemático de un país.
Dicho ello, ¿cuánto se ha visto afectado el riesgo país de Chile con los últimos escándalos políticos? En nada. El riesgo país no ha subido, reflejando así que uno de nuestros principales activos (la confianza internacional en las instituciones chilenas) se ha mantenido a flote, y que en el exterior todavía se considera a Chile la economía más segura de la región. Por lo tanto, Penta, SQM y Caval aún son indicadores de riesgo no sistemático, casos puntuales que no han dañado los fundamentos de nuestra economía.
Sí afectaron, y mucho, al patrimonio de los inversionistas. Por ejemplo, la acción de SQM ha caído cerca de 40% desde que empezaron los cuestionamientos que pesan sobre la empresa, mientras que la tasa de los bonos emitidos por Banco Penta se disparó en más de 300 puntos base tras destaparse el escándalo. Sin embargo, el IPSA no se ha visto mayormente golpeado, tampoco se han detenido proyectos de inversión, no hay fuga de capitales y el tipo de cambio se comporta con normalidad. Aparte, ninguna clasificadora de riesgo ha puesto en duda nuestro investment grade país.
Esto llama a reflexionar que si bien es relevante erradicar las malas prácticas que han quedado al descubierto para consolidar aún más el prestigio de Chile como un país confiable, al mismo tiempo hay que evitar que los vaticinios de desplome y caos económico y político que se han escuchado durante los últimos meses sean una profecía autocumplida, cuando en realidad son exageraciones extremas, y más que aportar hacen un flaco favor al país.
Por eso se debe separar la arena política de la económica. Aunque en estos casos se han entrecruzado tangencialmente, sembrar alarmismo y afectar a uno de nuestros principales activos es otro riesgo que no debemos correr.