Editorial

China y el costo de su estrategia de Cero Covid

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La evolución de la pandemia del Covid-19 en China encierra no pocas paradojas. Aunque ante la evidencia de los primeros brotes a fines de 2019 las autoridades del país minimizaron su importancia, e incluso dieron pasos para impedir que se diseminara la información al respecto, a poco andar reaccionaron con una política de masivas cuarentenas, un programa de construcción de centros hospitalarios de emergencia sin precedentes y un despliegue tecnológico también inédito para el seguimiento y control de posibles contagios.

Esa estrategia dio frutos en 2020. Mientras el resto del mundo vivía una ola de contagios y muertes -con significativas diferencias según la capacidad de respuesta en cada país-, y la mayor parte de las economías sufría el embate de la paralización sanitaria forzosa, China mostraba una cantidad de enfermos y fallecidos proporcionalmente muy inferior a su población de 1.400 millones, y su economía se recuperaba rápidamente luego del inevitable traspié inicial.

Paradójicamente, China bien puede ser hoy más vulnerable al virus que en el primer año de la pandemia.

Las protestas de la semana pasada en varias ciudades del país pusieron en evidencia hasta qué punto esa estrategia de Cero Covid -que no ha incluido las masivas y reiteradas campañas de vacunación de otros países ni el efecto de “inmunidad de rebaño”- se ha agotado. Pese a que el país mantiene una política de aislamientos de extrema severidad los contagios van en aumento y la economía resiente fuertemente la inactividad. Las vacunas del tipo ARNm, que China se ha resistido a importar y tardado en producir por cuenta propia, no se han administrado en suficiente cantidad y vastos segmentos de la población, en especial los adultos mayores, son vulnerables a las variantes del Covid-19.

Recién esta semana ha habido señales de una relativa relajación de las restricciones sanitarias, en un aparente intento de aliviar el descontento social. Pero mientras muchos millones de personas sigan sin recibir más que las dos primeras dosis, ello podría provocar una nueva ola de contagios, y posiblemente muchas muertes. Paradójicamente, entonces, China bien puede ser hoy más vulnerable al virus que en el primer año de la pandemia.

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