Editorial

Constitución minimalista, buen objetivo

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La propuesta constitucional rechazada en el plebiscito del cual hoy se cumple exactamente un mes fue maximalista en dos grandes sentidos.

Lo fue en el rango de sus contenidos, pues sus 388 artículos y 57 disposiciones transitorias abarcaban virtualmente todas las dimensiones de la vida en sociedad. Y lo fue también en sus pretensiones, pues lejos de plantear una reforma a la carta vigente hoy, se propuso una completa transformación de la base institucional del país, con un objetivo “refundacional”.

La carta fundamental no debe fijar definiciones programáticas, sino reglas mínimas y principios básicos con consenso social.

De ahí que fuera tan pertinente la afirmación sobre la que se pronunció el grupo transversal de expertos que integran el Panel de Políticas Públicas de la Universidad Católica, como consignó nuestra edición de ayer: “Una nueva Constitución debiera ser de tipo minimalista: Que proteja los derechos básicos, pero que deje al proceso eleccionario la definición de los programas políticos”.

El 81% de los participantes apoyó esa idea. En efecto, la carta fundamental no debe fijar definiciones programáticas sobre temas mejor abordados a través de leyes y otras normas sin rango constitucional, sino fijar reglas mínimas y principios básicos que no varíen con las transitorias corrientes políticas, y sobre los que haya consenso social (para que pueda ser “la casa de todos”). Regular el funcionamiento de las instituciones de la república, consagrar derechos fundamentales y poner límites al poder del Estado.

Que muchos chilenos esperaran -esperen- más de la Constitución dice mucho sobre su desconfianza y frustración con instituciones políticas que, por muchos años, no han llenado las expectativas de una sociedad que aspira al desarrollo económico, sin duda, pero también a igualdad de oportunidades, cuidado del medio ambiente, respeto a la diversidad, derechos efectivos, seguridad, buena convivencia y un Estado eficiente.

El Congreso ahora acordar una vía hacia la próxima etapa constitucional, y de ahí surgir un mecanismo que fije los mínimos de la nueva carta. Lo demás deben exigirlo los ciudadanos a la buena gobernanza y la democracia.

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