Costos del paro del SAG
Hace casi un mes, funcionarios del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG) iniciaron un paro que ha provocado pérdidas cercanas a los US$ 8 millones a la industria de carne bovina, en plena temporada de exportación. Aunque gran parte de las funciones se ha retomado, el 20% de la dotación que ha persistido en la huelga ha provocado perjuicios operativos y comerciales en las regiones de Los Ríos y Los Lagos, que representan el 50% de la producción nacional y el 35% de los embarques del sector. En estas zonas operan tres plantas que no pueden certificar producto alguno, con lo cual el impacto no es solo económico, sino que también compromete la imagen sanitaria del país y su fiabilidad exportadora, en una coyuntura en que Chile no puede darse el lujo de regalar ventajas en reputación ni mercados.
El paro comenzó el 13 de octubre y mientras una agrupación, la Afsag, lo depuso dos semanas después, la Asfusag -con representación parcial- la mantuvo. Los funcionarios movilizados reclaman falta de concursos, sueldos dispares y politización interna. Sin entrar al fondo de sus demandas, los efectos acumulados son innegables, de acuerdo con lo reportado por productores de la zona a DF Regiones. En Valdivia, la planta de Ñuble Alimentos anota pérdidas por casi medio millón de dólares y un costo fijo diario de US$ 70.000. En Osorno, Corpcarne estima un perjuicio diario de US$ 130.000 para sus asociados. Los productores deben, además, asumir sobrecostos por alimentación y mantención del ganado, los animales pierden valor comercial por exceso de peso o deterioro de condición, y el riesgo sanitario crece.
La paralización está generando cuantiosas pérdidas económicas y un alto daño reputacional a la marca país.
Todo ello ocurre, mientras en paralelo el SAG ha desplegado la campaña “Chile exporta confianza”, a propósito del control de la mosca de la fruta. Y aunque se trata de sectores distintos, se vuelve cuesta arriba sostener la afirmación cuando, al mismo tiempo, la industria ganadera no puede exportar a Asia -destino del 78% de sus envíos, con China como principal mercado- por falta de certificaciones sanitarias. Sin estos documentos, las carnes no pueden ser embarcadas, ni tampoco comercializadas en el mercado interno, donde solo pueden ser derivadas a decomiso. La consecuencia es una disrupción completa en la cadena exportadora.
La situación pone en evidencia que el SAG necesita una revisión profunda de su estructura, sus procesos y su capacidad operativa. Hoy, el mismo funcionario que toma muestras es quien certifica. Esa dualidad no solo expone a conflictos funcionales, sino que impide responder con eficiencia en escenarios de presión operativa. Además, el organismo se encuentra sin un director titular desde principios de octubre, lo que debilita aún más la conducción de la crisis. Que una paralización parcial haya logrado detener una industria habla de una institucionalidad desfasada.
Chile ha construido durante décadas un patrimonio fitozoosanitario reconocido internacionalmente. Esa reputación no se puede comprometer por la falta de reacción del Estado ante conflictos internos que han derivado en efectos desproporcionados.
Instagram
Facebook
LinkedIn
YouTube
TikTok