Editorial

Desaceleración de la productividad en Chile

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Ser más productivo puede entenderse como la capacidad de producir lo mismo con menos factores (tradicionalmente capital y trabajo). Productividad es, por lo tanto, la relación entre la cantidad producida y los recursos utilizados. Ahora, un aumento de la productividad no es un fin en sí mismo pero es muy deseable en la medida que posibilita un mayor bienestar, al ser la principal fuente de aumentos en las remuneraciones. Un proyecto de ley que reduzca la jornada laboral de 45 a 40 horas solo resultaría factible -o menos dañino- en la medida que se compense con mayor productividad.

En este contexto la Comisión Nacional de Productividad (CNP) publicó recientemente un informe donde se observa que la “Productividad Total de Factores”, que mide la eficiencia en el uso de los recursos de trabajo y capital a nivel agregado, ha registrado una persistente desaceleración durante los últimos 15 años. El resultado es consistente con lo que muestran otros reportes similares (CLAPES-UC y UAI).

La CNP menciona algunas hipótesis para explicarlo: se habrían agotado los beneficios generados por las reformas pro mercado; la estructura exportadora concentrada en pocos recursos naturales dificulta el desarrollo de sectores que agreguen valor; y la inversión en investigación y desarrollo es muy baja, menos de un 25% respecto de economías de la OCDE.

Para revertir esta desaceleración no se necesita desmantelar la economía de mercado añorando la planificación central, sino más bien lo contrario: eliminar barreras, mejorando el funcionamiento de los mercados y las distorsiones microeconómicas, y de esta manera, incentivar que se amplíe la matriz productiva de Chile.

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