Después de la primera vuelta
Según el pronóstico de The Economist, Chile iniciará este domingo un “brusco giro hacia la derecha tras la primera vuelta de la elección presidencial”, dado que todas las encuestas muestran que, aunque la candidata oficialista lograría avanzar al balotaje, cualquiera de los tres candidatos mejor posicionados de la derecha la superaría con holgura en diciembre. Ese eventual escenario, sin embargo, dependerá de la manera en que las fuerzas de derecha y centroderecha administren sus diferencias tras los resultados. La fragmentación que ha caracterizado esta etapa electoral podría ser, paradójicamente, el inicio de un ciclo político distinto, siempre que sus protagonistas sean capaces de actuar con sentido estratégico y altura de miras.
Ocho candidatos compiten el domingo, pero la contienda se ha decantado en torno a cuatro. Jeannette Jara ha intentado tomar distancia del Gobierno y del Partido Comunista, donde milita hace 37 años, enfatizando una narrativa que privilegia su origen social y su rol como ministra de las 40 horas el salario mínimo de $ 500 mil o la reforma previsional. Es probable que obtenga la primera mayoría relativa -algo que ni Boric consiguió-, y si la fragmentación de la derecha la favorece podría, incluso, distanciarse con valiosos puntos por sobre su más cercano competidor, algo que su entorno buscarían posicionar como una posibilidad cierta de disputar la presidencial. No obstante, más allá de sus intenciones de desmarque, su candidatura es la continuidad de un Gobierno donde el crecimiento tendencial no supera el 2%, con tasas de desempleo que no han bajado de 8% en los últimos dos años y medio, estrechez fiscal, una deuda pública que se acerca a su límite prudencial, errores en los cobros de las cuentas de la luz, rezagos en viviendas sociales, listas de espera en salud sin contención y un cuestionado proyecto de reemplazo de financiamiento universitario.
La fragmentación electoral podría ser, paradójicamente, el inicio de un ciclo político distinto.
No por ello, la derecha tiene el camino llano. Dado que participa dividida, sus dirigentes se verán en la necesidad de negociar, pues muy probablemente uno de ellos llegará al balotaje. Mientras Evelyn Matthei ha puesto el acento en devolver la libertad económica a las empresas y el mercado laboral; José Antonio Kast ha postulado un Gobierno de emergencia; y Johannes Kaiser ha apostado por una reforma tributaria proemprendimiento.
Ciertamente, el país no se “cae a pedazos” y ninguno de los postulantes opositores lo ha puesto en esas palabras, aunque el Presidente Boric así quiso darlo a entender en Enade. Sin embargo, son esos discursos y los del tipo “habrá otro estallido social” si gana tal candidato, los que representan lo que Chile no necesita para retomar el crecimiento, como todos parecen anhelar. Ante ese panorama, será clave cuánto de la voluntad de enmienda y corrección será capaz de encarnar la oposición. Si bien los diagnósticos tienen matices, hay muchas más coincidencias en la necesidad de recuperar el crecimiento, fortalecer el empleo y devolver gobernabilidad a un país que, tras cuatro años de estancamiento institucional, acusa fatiga y urgencia por resultados.
La decisión está en manos de la ciudadanía y solo el resultado de este domingo permitirá proyectar escenarios con mayor claridad. Pero si la oposición aspira a liderar un nuevo ciclo, deberá demostrar que aprendió de sus errores y que está dispuesta a construir, más que a competir entre sus propias filas.
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