El Banco Central bajo presión electoral
En lo que parece una defensa coordinada con el Gobierno, la candidata oficialista, Jeannette Jara, puso en duda las razones del Banco Central para presentar un análisis del mercado laboral, cuestionando veladamente la autonomía y reputación del organismo. La exministra del Trabajo se sumó, así, a la arremetida encabezada por el propio Presidente Gabriel Boric –quien dijo tener discrepancias con la institución-, en una estrategia que se revela como una férrea defensa de la agenda laboral impulsada por la actual administración, cuya continuidad forma parte central del programa de la abanderada de Unidad por Chile.
“El Banco Central jamás en la vida había opinado sobre el mercado laboral. Lo encuentro curioso, porque lo hacen a dos meses de una elección”, dijo Jara. En su último IPoM, el organismo sostuvo que el aumento del salario mínimo y la Ley de 40 horas han elevado los costos laborales y expuso con cifras y evidencia técnica lo que muchos expertos venían advirtiendo desde hace meses. Lo curioso es que no se trata de la primera vez que el instituto emisor aborda el tema y, de hecho, en el IPoM de diciembre pasado –cuando Jara aún era ministra del Trabajo- incluyó en la página 42 un recuadro sobre “Holguras en el mercado laboral”.
Las declaraciones de la candidata insinuaron una intención política, lo que trasluce cierto intento de deslegitimación de la autonomía de un organismo que goza de alta reputación en Chile y en el exterior, y que desplaza el foco del debate, desde la evidencia económica hacia el cálculo electoral. Sus comentarios resultan, así, en un atajo político frente a un diagnóstico que la involucra directamente. El mercado laboral acumula 32 meses con tasas de desocupación por sobre el 8%, escenario en el que descalificar la evidencia cuando se contradice el relato oficial puede ser cómodo, pero es un gesto impropio de quien aspira a la primera magistratura.
Tampoco parece seria la propuesta de la candidata de revivir una idea debatida y desechada en la fallida Convención Constitucional: asignar al Banco Central responsabilidades en el desempeño del mercado laboral, siguiendo el modelo de la Fed. El debate es plausible y puede darse, pero el contexto resulta impropio, como una suerte de pugna con el instituto emisor.
Poco contribuye, además, que Jara haya intentado retractarse, afirmando que “la polémica fue impulsada por el candidato Kast” para distraer de otros temas. Culpar a terceros no corrige la falta de rigor ni disipa la señal que dejan sus declaraciones. El Banco Central no es parte de la disputa electoral, es un garante del orden macroeconómico, cuya autonomía no debiera ponerse en duda por conveniencias coyunturales.
Cuestionar con ligereza la labor de una institución técnica, reconocida por su independencia y solvencia, revela una preocupante incomprensión de cómo se construye la estabilidad económica. Los países no se sostienen en slogans, sino en instituciones que perduran. Quienes aspiran a liderar el país deben entender esa diferencia, pues la seriedad del debate económico se mide, también, por la altura con que se respeta a quienes lo sustentan.