Editorial

El Reino Unido se suma al TPP11

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En entrevista con este diario, la embajadora del Reino Unido en Chile se refirió al reciente ingreso de su país al acuerdo multilateral conocido como TPP11 en términos que ponen de relieve la acertada decisión de ratificarlo por parte del Senado chileno en diciembre pasado, luego de cuatro años de una injustificada paralización legislativa. En efecto, para el primer país europeo en adherir al Tratado Integral y Progresista de Asociación TransPacífico (CPTPP, por sus siglas en inglés), las ventajas pueden sintetizarse en tres grandes dimensiones.

Por un lado, una diversificación y profundización de su inserción comercial como estrategia de desarrollo, pues como dice la embajadora británica, el TPP11 es “un instrumento para impulsar el crecimiento y la prosperidad entre los Estados miembros”.

El Reino Unido será la segunda economía más grande del TPP11, confirmando el potencial de este acuerdo para países emergentes como el nuestro.

En segundo lugar, el acuerdo representa en nuevo énfasis de dicha estrategia por una región particular, el Asia Pacífico, la de mayor dinamismo económico en la actualidad, y donde hacia 2030 se proyecta que resida cerca del 60% de la clase media mundial. Ese espacio geográfico incluye a importantes economías que, no siendo aún parte del tratado -como China, Corea del Sur y Taiwán-, han manifestado su intención de sumarse a él.

Por último, el TPP11 representa -como insistieron sus defensores durante cuatro años en Chile- a una nueva generación de acuerdos, que no sólo incluye materias no contempladas en otros tratados -como la economía digital y los servicios financieros-, sino también nuevos estándares en ámbitos como la protección del medio ambiente, los derechos laborales, la participación de las PYME y la equidad de género.

Con su adhesión, el Reino Unido se convertirá en la segunda economía más grande del TPP11, detrás de Japón, confirmando el potencial que encierra este acuerdo para países emergentes como el nuestro. La decisión de integrarlo, aunque innecesariamente tardía, fue en última instancia una victoria del realismo político y el pragmatismo económico por sobre sesgos ideológicos que insisten en presentar al libre comercio, contra toda evidencia, como un lastre al progreso en lugar de un impulso al desarrollo.

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