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Editorial

El riesgo de la obsolescencia laboral

Por: Equipo DF

Publicado: Jueves 6 de noviembre de 2025 a las 04:00 hrs.

Los rápidos avances tecnológicos, especialmente en automatización e IA, no solo están transformando los procesos productivos, sino que están enfrentando a un número significativo de trabajadores a un serio riesgo de competencias obsoletas. Un reciente estudio de la Cámara Chilena de la Construcción estimó que 2,4 millones de trabajadores podrían ser reemplazados por tecnología y que otro 1,4 millón requiere reconvertirse con urgencia. Este hecho plantea que, sin una estrategia de actualización sistemática del capital humano, la brecha laboral se ampliará y el desempleo estructural será inevitable.

Resulta urgente una agenda de formación de capital humano para hacer frente a la automatización y la arremetida de la IA.

Es cada vez más evidente que ciertas tareas rutinarias -en logística o servicios en línea- son asumidas por robots o sistemas automáticos, lo que acelera el desfase entre competencias disponibles y competencias demandadas. Datos de la OCDE reflejan que el 28% de los empleos en los países miembros está en riesgo alto de automatización, escenario más preocupante en una economía como la chilena, con crecimiento moderado, productividad estancada y un mercado laboral fragmentado.

De acuerdo con el estudio de la CChC solo el 6 % de la fuerza laboral podrá adaptarse mediante una capacitación de baja intensidad; un 31 % requerirá formación moderada; y un 37% demandará una actualización profunda de habilidades y competencias. En Chile, donde la productividad total de factores acumula más de una década sin repuntar, estas cifras sugieren que el reto no es solo cuantitativo -recualificar trabajadores-, sino también cualitativo y estructural, lo que apunta a reconocer que el mercado laboral ha cambiado y exige profundizar la formación continua y la adaptabilidad.

El problema se agrava al constatar que ninguna de las reformas laborales se ha hecho cargo de impedir la caducidad de las habilidades de los trabajadores. Hasta ahora, los esfuerzos han estado más bien puestos en rigidizar el mercado, con medidas que han encarecido la contratación y desincentivado la expansión del empleo.

Resulta así urgente que las nuevas administraciones adopten una agenda de formación de capital humano pensada para hacer frente a la automatización y la arremetida de la IA. Capacitar a un trabajador puede costar alrededor de US$ 3.100 por persona, pero lo verdaderamente crítico es el retorno que ofrezca: no basta con pasar por una “capacitacion”, sino con asegurar que las nuevas competencias respondan a demandas concretas y cambien el perfil del trabajador hacia roles de valor agregado y resiliencia frente a la automatización.

En este contexto, la responsabilidad recae sobre múltiples actores. Las empresas deben anticipar las brechas de habilidades; el sistema educativo debe alinear sus currículos con el análisis del mercado y las tecnologías emergentes; y el Estado debe articular políticas integradas, generar incentivos y fortalecer la gobernanza de la capacitación y el empleo. Si no se actúa con rapidez, el riesgo es que la obsolescencia se transforme en desempleo crónico, que la brecha de competencias se profundice y que la productividad quede atrapada en su actual letargo.

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