Editorial

En La Araucanía, una situación inaceptable

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noche, hasta el cierre de esta edición, se había desarrollado sin incidente mayores el inicio de la paralización indefinida convocada por la Confederación Nacional del Transporte de Carga Terrestre (CNTC), en protesta por los ataques que hace años sufren los camioneros en las rutas del sur del país, especialmente en La Araucanía, y que han escalado en los últimos meses.

El paro busca presionar para que se aprueben varias postergadas leyes que serían relevantes para enfrentar mejor la violencia en La Araucanía, como actualizar la ley antiterrorista o fortalecer el sistema de inteligencia del Estado, entre otras. Se trata de una medida de presión extrema, en especial porque podría implicar un riesgo para la continuidad de la cadena alimenticia del país —lo que aún no ha ocurrido—, pero que ocurre en un contexto de total fracaso del Estado en impedir la vulneración del Estado de derecho y garantizar la seguridad de los ciudadanos.

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Lo anterior explica que gremios distintos al transporte de carga —como la Multigremial Nacional, la Cámara Nacional de Comercio, Fedepan y otros—, al igual que grupos de ciudadanos en varias ciudades, hayan entregado respaldo a la movilización solicitando, simplemente, que se cumpla la ley vigente para poner fin a una situación que desde el propio Gobierno se ha calificado como terrorismo. Importa ahora que el tono y la actitud de quienes protestan eviten polarizar aun más el ambiente, única forma de abrir la puerta a un debate constructivo sobre formas reales de conseguir los avances que reiterados mecanismos —mesas de diálogo, entregas de tierras— han prometido sin éxito en sucesivos gobiernos.

Por eso, sorprende que desde parte de la oposición se haya acusado de “terroristas” a los camioneros, omitiendo por completo los gravísimos delitos que a diario se cometen en La Araucanía, la mayor parte impunes.

Más que de justificar o condenar el paro iniciado ayer, se trata de mirar con honestidad los errores —de gobernanza y de política— que han llevado al inaceptable estado de cosas que desde hace años se vive en La Araucanía.

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