Editorial

Inflación bajo control en el país

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Tras el sorpresivo descenso de 0,4% que registró el Índice de Precios al Consumidor (IPC) en junio -antecedente que se conoció el 7 de julio-, las expectativas del mercado financiero se han seguido ajustando y, de hecho, se asumió la posibilidad de que este mes se repita una baja, aunque de acotada magnitud.

Las estimaciones de los operadores fluctúan entre -0,01% y 0,06%, en circunstancias que las primeras para este periodo eran de 0,12%.

Como ocurrió al cerrar el semestre, el ítem frutas y verduras podría restarle presión al IPC -aunque está pendiente el efecto de la nevazón-, a lo que se sumaría el retroceso del dólar en las últimas semanas. Este elemento, mezclado con una disminución en la cotización internacional del petróleo, se traduciría en menores valores de los combustibles en el mercado interno.

Dado lo anterior, hoy parecen más asentadas las proyecciones que apuntan a que la inflación terminará este 2017 por debajo del 3%, que es el punto medio del rango meta previsto por el Banco Central entre 2% y 4%.

Pero lo que podría ser una buena noticia, va acompañada de una estela de preocupación, pues el descenso de los precios internos se ha dado en un marco de notoria y persistente desaceleración de la economía, cuya magnitud no es tan evidente que se revierta -o, al menos, con mucha fuerza- en la segunda parte del año.

Por lo mismo, pareciera aún abierto el capítulo sobre lo que ocurrirá con el rumbo de la tasa de interés en el país, hoy en 2,5%. Lentamente, las voces partidarias de una nueva flexibilización empiezan a hacerse espacio en el medio local y no se limitan sólo a pocos economistas.

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