Lecciones para Chile del Nobel de Economía
Este lunes se conoció que Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt alcanzaron el Premio Nobel de Economía 2025 “por haber explicado el crecimiento económico impulsado por la innovación”. Según la Academia Sueca, sus trabajos reflejan que el avance tecnológico y la destrucción creativa son motores para un desarrollo sostenido, lo que en un contexto en que Chile acumula más de una década de crecimiento estancado y productividad virtualmente plana, ofrece valiosas lecciones sobre cómo la innovación y la competencia son claves para el progreso.
Sus investigaciones abordan por qué el mundo, tras siglos de estancamiento, experimentó en los últimos 200 años un crecimiento sostenido. Mokyr sostiene que el punto de inflexión fue el tránsito desde el conocimiento empírico hacia el científico, lo que permitió acumular avances y transformarlos en progreso tecnológico. Aghion y Howitt, por su parte, desarrollaron la teoría de la “destrucción creativa”, que describe cómo la innovación desplaza tecnologías obsoletas y obliga a las empresas a adaptarse o desaparecer, generando un ciclo de productividad, competencia y crecimiento.
En Chile, la densidad normativa, la permisología, las rigideces del mercado laboral y las reformas que han encarecido la contratación han configurado un entorno poco propicio para el emprendimiento y la expansión de sectores emergentes. Y, en la misma línea, la fragmentación institucional que dificulta la coordinación entre Estado, empresas y universidades, ha debilitado el sistema de innovación y transferencia tecnológica. De esta forma, desde la perspectiva de las investigaciones de los nuevos Nobel, la pérdida de dinamismo del país respondería a los obstáculos que impiden a los sectores más innovadores superar las trabas burocráticas, mientras que actividades menos productivas se perpetúan bajo esquemas de protección o subsidios.
Aunque en los últimos años la inversión en investigación y desarrollo ha aumentado levemente -de 0,36% a 0,41% del PIB- sigue siendo insuficiente para impulsar un cambio estructural. Los galardonados han insistido en que la innovación no ocurre de manera aislada, sino en ecosistemas donde convergen capital humano calificado, financiamiento, competencia y apertura al riesgo. Chile tiene oportunidades evidentes en desarrollo de minerales críticos, expansión de la agroindustria avanzada, digitalización de servicios y transición energética, pero su desarrollo requiere de un entorno que premie la innovación, proteja la propiedad intelectual, fomente la investigación aplicada y mantenga un marco regulatorio predecible. La destrucción creativa, aplicada al contexto nacional, implica permitir que nuevos actores ingresen a los mercados, que las malas empresas salgan y que las buenas crezcan sin trabas.
El enfoque de Mokyr, Aghion y Howitt puede leerse, así, como una hoja de ruta, donde para recuperar dinamismo no basta con expandir el gasto o diseñar subsidios sectoriales, sino que se necesita liberar las fuerzas de la innovación y permitir que el proceso de destrucción creativa opere sin fricciones.