Ley de Presupuesto 2026: déficit de realismo
Este año, por tercera vez consecutiva, el Gobierno no cumplirá sus objetivos de déficit efectivo y ajustado por ciclo. Las metas que se establecieron en la tramitación de la Ley 2025 fueron de -1,0% del PIB para el resultado efectivo y de -1,1% para el balance cíclicamente ajustado. Las estimaciones que se acaban de presentar en el Informe de Finanzas Públicas (IFP) del tercer trimestre son de -2,0% y -2,2% del PIB, respectivamente, es decir el doble de lo que se estableció hace un año.
La diferencia se explica por una sobrestimación de ingresos cercana a US$ 4.500 millones, ya que los gastos estimados para este año son algo inferiores a lo que se incorporó en la Ley de Presupuesto. Se estaría logrando una moderación de la ejecución de gasto algo inferior a US$ 1.000 millones, explicada principalmente en las trasferencias de capital, ya que hasta agosto el gasto corriente acumula un crecimiento de 2,6% real, muy en línea con lo que se había proyectado. Lamentablemente, se persevera en la política de que cuando los ingresos están por debajo de lo estimado, los intentos de contención de gasto recaen principalmente en la inversión.
Para el próximo año, se mantiene un sesgo optimista en las estimaciones de ingresos fiscales, aunque más moderado que el de los dos años anteriores. Se calcula un crecimiento para los ingresos tributarios de 5% real respecto a 2025, en un contexto de aumento del PIB de 2,5%, lo que implica una elasticidad relativamente alta, que se explicaría por mayor recaudación producto de la Ley de Cumplimiento Tributario. Adicionalmente, este crecimiento de 5% se estima sobre una base de recaudación tributaria para este año que también parece optimista, ya que requiere un crecimiento de ingresos tributarios en torno a 10% real entre septiembre y diciembre, respecto al mismo período de 2024 (en los primeros ocho meses del año los ingresos tributarios acumulan un crecimiento de 7,7% real). Esto significa que es probable que los ingresos fiscales este año estén algo por debajo de lo estimado, y por ende, la proyección para 2026 sea más exigente aún.
En definitiva, la Ley de Presupuestos recién enviada a discusión parlamentaria sigue teniendo, aunque en un grado algo menor, el mismo problema de los dos años anteriores. Estimaciones excesivamente optimistas de ingresos dan espacios de gasto más allá de lo razonable, lo que lleva a que no se cumplan las metas de déficit efectivo y estructural. Es probable, entonces, que tanto el déficit efectivo como el ajustado por el ciclo terminen siendo más altos que las estimaciones de 1,5% y 1,1% que contiene el IFP para 2026, al igual como ocurrió en 2023, 2024 y 2025.
La conclusión es bastante clara y apunta a que la tarea de consolidación fiscal recaerá en el próximo gobierno.