Los mensajes de Enade
En la última versión de Enade se respiró un ánimo de optimismo contenido. El mensaje del mundo privado combinó tanto la convicción de que el país cuenta con las condiciones para crecer y salir del estancamiento, como advertencias sobre la complejidad de una tarea que ya no está en manos del actual Gobierno -que tardíamente reconoció el valor del crecimiento como motor de desarrollo-, sino que dependerá del liderazgo, las prioridades y la capacidad de ejecución de quien lidere La Moneda desde marzo próximo.
Tras más de una década de magra expansión, con un PIB tendencial que bordea el 2%, una productividad estancada hace 15 años, niveles de inversión bajos y un desempleo que en los últimos dos años no baja de 8%, hay consenso en que sin crecimiento sostenido no habrá progreso ni capacidad fiscal para sostener las demandas del país. Bajo este escenario, a un mes de la elección presidencial y a menos de cinco del cambio de Gobierno, el país no debiera desperdiciar los próximos cuatro años en discusiones que posterguen decisiones urgentes. Tras una administración que llegó al poder con una épica que tempranamente se fue diluyendo, teñida por un ánimo refundacional que se golpeó contra la realidad, la coyuntura y las urgencias, en el próximo ciclo político el foco debiera estar en crear condiciones efectivas para invertir, producir y competir.
Los discursos empresariales en Enade reflejaron esa coincidencia transversal. “Chile no se define por lo que le falta, sino por lo que es capaz de crear cuando actúa en conjunto”, dijo el presidente de Icare, Holger Paulmann. Pasar de las palabras a los hechos, en una agenda que combine certidumbre y una mirada estratégica de largo plazo requiere consistencia y una voluntad sostenida de cooperación público-privada.
El empresariado valoró avances recientes, como la Ley de Permisos Sectoriales, pero también advirtió que no bastan las reformas parciales. Chile necesita una institucionalidad coherente que reduzca la permisología, simplifique los procesos administrativos y restablezca la competitividad tributaria. “La madre de todas las batallas es la inversión”, dijo la presidenta de la CPC, Susana Jiménez, pues sin inversión se resiente la productividad y el empleo y sin crecimiento sostenido no es posible financiar el bienestar social.
Chile no está en crisis estructural, pero sí en un punto de inflexión. Si no se ejecutan reformas procrecimiento, duplicar el ingreso por persona podría tomar más de tres décadas. Por el contrario, si se logra restablecer la confianza y reordenar las prioridades, el país puede recuperar tasas cercanas al 4%, como en las décadas de mayor expansión. De ahí que la oportunidad que ofrecen las próximas elecciones sea elegir un proyecto político que interprete ese optimismo y lo traduzca en estabilidad, colaboración y sentido estratégico.