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Editorial

María Corina Machado, Nobel de la Paz

Por: Equipo DF

Publicado: Lunes 13 de octubre de 2025 a las 04:00 hrs.

El reciente otorgamiento del Premio Nobel de la Paz a María Corina Machado, líder opositora al régimen de Nicolás Maduro, ha constituido un hito político que trasciende a Venezuela, al devolver la causa democrática al foco internacional. La distinción ha validado tanto una trayectoria de resistencia cívica frente a un régimen autoritario, como las elecciones libres, la vigencia de los derechos fundamentales y el respeto por las instituciones como principios básicos del orden liberal y la legitimidad política.

El presidente del comité, Jørgen Watne Frydnes, destacó a Machado como “figura clave y unificadora” de una oposición históricamente fragmentada, tras advertir que “vivimos en un mundo donde cada vez más regímenes autoritarios desafían las normas y recurren a la violencia”. El reconocimiento se dio en un escenario en que el líder de mayor visibilidad global, el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, aspiraba a la distinción, lo que subraya que la elección de Machado es una demostración de que la paz también se edifica desde procesos internos de recuperación institucional.

La distinción reafirma los derechos fundamentales y el respeto por las instituciones como principios básicos del orden liberal y la legitimidad política.

La biografía política de Machado, forjada en confrontación abierta con el chavismo, destila perseverancia. Ganó con más del 90% las primarias de 2023, fue inhabilitada por el oficialismo, apoyó a Edmundo González y, tras la represión posterior a los comicios de 2024, trabaja desde la clandestinidad.

Lo que Machado representa conecta con la defensa del estándar democrático que da sustento a la economía de mercado, a la seguridad jurídica y a la integración internacional. En Venezuela, la transgresión de garantías básicas, la captura de organismos de control y la criminalización de la disidencia han convergido hacia una emergencia humanitaria y un éxodo masivo. En ese contexto, enfrentar al régimen de Maduro, a través de la movilización cívica, la unidad programática y la presión internacional no ha sido fácil ni cómodo.

Que el Comité haya puesto el foco en Venezuela evidencia, además, los límites del multilateralismo para restablecer el orden mundial bajo la acción de organismos como la ONU, la OEA y otros foros afines. El premio no sustituye esa institucionalidad, sino que visibiliza que la defensa de la democracia requiere voluntad política y coherencia moral, no solo declaraciones y resoluciones.

El comunicado de Machado -al aceptar el premio “en nombre del pueblo de Venezuela”- enfatiza que no hay paz sostenible sin libertad, ni libertad sin instituciones capaces de limitar el abuso. El Nobel, por sí solo, no resuelve las asimetrías de poder ni desactiva un aparato estatal construido para perpetuarse, pero reencuadra la conversación, aísla a Maduro, interpela a sus patrocinadores y recuerda que la comunidad internacional dispone de herramientas -diplomáticas, financieras, jurídicas- para poner fin a un régimen basado en el fraude, el terror y los vínculos poco claros con el crimen organizado, de modo de devolver a Venezuela a la senda de la democracia y de los Estados que gozan de legitimidad.

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