Editorial

Reforma de pensiones (II): 6%, el nuevo seguro social

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El aumento de la tasa de cotización es una de las deudas pendientes más importantes en materia de seguridad social; un 10% es insuficiente para financiar una buena pensión y tampoco permite tasas de reemplazo razonables, materia que nadie discute.

Sin embargo, la otra deuda pendiente, más importante aún, es lograr que las personas coticen, y coticen por lo que efectivamente ganan, objetivo que no es independiente del aumento de cotización, ya que el diseño de ese aumento podría atentar contra el objetivo de mayor formalidad laboral. Probablemente en esta materia la propuesta del Gobierno requiere ajustes, pues el componente de reparto puede dañar la formalidad laboral, tanto a través de demanda de trabajo formal, como de la decisión de cotizar para aquellos trabajadores, dependientes o independientes, que subcotizan o directamente no cotizan.

Lo primero es que sube el costo laboral para los empleadores, lo que se ve acentuado por el aumento del tope imponible, ya que el 6% de cotización se calcula sobre un sueldo mayor. Ese efecto, unido a la reducción de jornada, inevitablemente tiene efectos en la contratación y acentúa el proceso de automatización. Sin embargo, dado que existe un amplio consenso sobre crear un componente de cargo del empleador, es en parte inevitable. Podría revisarse, entonces, la gradualidad del aumento, la magnitud del mismo y el aumento del tope.

Para los trabajadores, esta es una cotización cuyo monto efectivo no se deposita en cuentas de ahorros; es sólo un registro contable, que además tendrá un retorno bastante por debajo de las cuentas de capitalización, lo que resulta necesario para financiar el reparto. El Gobierno ha planteado que para aquellos que ganen por debajo de la remuneración promedio existe un incentivo a cotizar producto de los beneficios del reparto, sin embargo, es un incentivo a cotizar por el sueldo mínimo (para maximizar el beneficio), lo que podría llevar a que el fondo de seguro social termine recaudando menos de lo esperado.

En definitiva, crear mecanismos de reparto entre cotizantes exige que se busque por otras vías fomentar y controlar la formalidad laboral, para no terminar con beneficios financiados por una base cada vez más reducida de contribuyentes, haciendo el sistema insostenible.

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