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Editorial

Riesgos económicos de futuro

Por: Equipo DF

Publicado: Martes 7 de octubre de 2025 a las 04:00 hrs.

A seis años del estallido social, los temores que entonces se instalaron en la economía chilena aún no se disipan. Más allá de las pérdidas materiales -estimadas en más de US$ 3 mil millones-, lo que persiste es un sentimiento de vulnerabilidad institucional y una percepción de riesgo que condiciona decisiones de inversión y planificación. El reciente World Security Report 2025, elaborado por Allied Universal y G4S, volvió a poner en evidencia que las preocupaciones por la estabilidad económica y los disturbios sociales han recobrado fuerza en el país. En un momento en que Chile necesita recuperar crecimiento y confianza, el temor al desorden y la incertidumbre surgen como factores de fragilidad.

Cuando las percepciones de riesgo se combinan con un ciclo de crecimiento débil, el resultado suele ser una economía menos propensa a invertir.

El informe muestra que el 38% de los encargados de seguridad empresarial en Chile estima que la inestabilidad económica afectará a sus compañías durante el próximo año, un salto considerable frente al 22% de 2024. A ello se suma que el 28% identifica los disturbios sociales como una amenaza relevante -12 puntos más que el año anterior-, mientras que el espionaje industrial y el daño a la propiedad aparecen con porcentajes similares. Las cifras que reflejan un entorno incierto, donde riesgos externos y de origen local apuntan a que el país no ha logrado reconstruir del todo los pilares de previsibilidad necesarios para sustentar un mejor clima de negocios. El aumento de la criminalidad organizada, las brechas de seguridad cibernética y la violencia contra empleados y altos ejecutivos son parte de un cuadro global, pero con manifestaciones locales que agravan el panorama. En Chile, el 72% de las empresas planea elevar su gasto en seguridad física durante 2025, mientras que una de cada cuatro reportó pérdidas de ingresos por incidentes en el último año.

El punto más relevante, sin embargo, no radica en la estadística, sino en su contexto. La creciente preocupación empresarial por la estabilidad y la violencia emerge en un país que todavía enfrenta un bajo ritmo de expansión -con un PIB potencial en torno al 2%-, un mercado laboral frágil y un clima político marcado por las elecciones de noviembre. Cuando las percepciones de riesgo se combinan con un ciclo de crecimiento débil, el resultado suele ser una economía menos propensa a invertir y más inclinada a postergar decisiones estratégicas. Es precisamente ese tipo de inmovilismo el que Chile debe evitar si aspira a recuperar dinamismo y credibilidad.

En este marco, los resultados del World Security Report 2025 deben leerse más allá de la preocupación coyuntural por episodios de violencia o desorden -por cierto, relevantes- y enfocarse en la necesidad de una política de seguridad económica integral. Esto supone entender la seguridad no solo como protección policial o control de delitos, sino como una infraestructura institucional que combine gobernanza económica, resguardo digital, estabilidad normativa y capacidad preventiva del Estado. El fortalecimiento de los mecanismos de inteligencia financiera, la cooperación público-privada en ciberdefensa y la inversión en resiliencia tecnológica son, hoy, elementos tan importantes para la competitividad como la estabilidad macroeconómica o la disciplina fiscal.

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