Editorial

Un enfoque práctico para mejores pensiones

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En entrevista con este diario publicada ayer, una de las integrantes del Consejo Consultivo Previsional puso el acento en lo que parece una de las definiciones más esenciales del debate previsional tal como es presentado en la agenda pública: la idea de que existe una contradicción de fondo, e insalvable, entre el objetivo de solidaridad del sistema de pensiones y la propiedad individual de los fondos que los trabajadores aportan al mismo a través de sus cotizaciones.

El real objetivo del debate no es entronizar un sistema previsional en la teoría, sino mejorar las pensiones en los hechos.

Los propios ciudadanos han señalado en diversos sondeos una preferencia mayoritaria por ser dueños de los fondos que aportan, y por ello se muestran partidarios de que el 6% de cotización adicional que plantea la próxima reforma previsional del gobierno vaya a sus cuentas individuales, no a un “pozo” colectivo. De hecho, lo que en la práctica sería un impuesto al trabajo formal de quienes cotizan hoy para financiar a los actuales jubilados no parece justo desde el punto de vista intergeneracional.

Según la experta, “es perfectamente posible tener solidaridad y propiedad de los fondos, y es un error la idea que plantea el Gobierno de que la solidaridad requiere fondos colectivos, no tiene por qué ser así”.

Más aun, en la perspectiva técnica hay un alto nivel de consenso respecto de que la propiedad de los recursos es un incentivo a la cotización, por ende, un aporte a la mayor sostenibilidad del sistema, a la vez que un incentivo a la formalidad laboral. En el mismo sentido, convendría revisar aquellos subsidios que estimulan la informalidad, a la vez que pensar en una gama de incentivos a la cotización, por ejemplo, vinculándola al salario mínimo o fijando premios a la cantidad de cotizaciones, junto con medidas más tradicionales como elevar la edad de jubilación para las generaciones jóvenes (no las próximas a jubilar), entre otras.

Estudiar el desafío desde la óptica de posibles soluciones, antes que desde visiones inflexibles, parece una mejor receta para el verdadero objetivo, que no es entronizar un sistema en la teoría, sino mejorar las pensiones en la práctica.

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