Estrategia empresarial: un antídoto para la incertidumbre electoral
Por Alejandra Loyola, socia de TheHouse Advisory
Ad portas de las elecciones presidenciales y parlamentarias, nos preparamos para un período de definiciones cruciales, con una inminente segunda vuelta en diciembre y la conformación de un nuevo Gobierno y Congreso que delinearán el rumbo de los próximos años.
Es alentador observar que los programas de gobierno de los candidatos que lideran las encuestas coinciden en la necesidad de retomar el crecimiento, aumentar la inversión y potenciar el empleo, para lo cual es esencial eficientar la permisología, asegurar la certeza jurídica y fortalecer la seguridad. Sin embargo, la diferencia sustancial radica en cómo estas propuestas se harán realidad, y en la convicción y coherencia con que se aplicarán al momento de gobernar.
Chile requiere recuperar su senda de crecimiento. Los datos muestran un estancamiento económico preocupante, con una tasa de expansión de apenas un 2% promedio en la última década. El Banco Mundial señala que, si bien Chile tiene una reconocida trayectoria de desarrollo, la desaceleración de la productividad representa un desafío que requiere soluciones decididas.
Frente a este escenario de incertidumbre electoral y de estancamiento en el crecimiento y la productividad, hay que reflexionar sobre el rol del sector privado. Las empresas han demostrado históricamente ser motor del crecimiento económico, generando el 85% de los empleos y con una contribución determinante al PIB. Sin embargo, hoy la volatilidad, la incertidumbre, la complejidad y la ambigüedad (VUCA, por su sigla en inglés) ya se han instalado como la norma y no la excepción.
En este contexto, la clave radica en contar con una estrategia clara y robusta, diseñada para sostener a las empresas. Chile ha debido navegar en aguas turbulentas en los últimos años: crisis social, pandemia, procesos constitucionales, cambios de Gobierno y un complejo escenario internacional. Las compañías que han logrado sortearlo son aquellas que poseen estrategias resilientes, capaces de adaptarse a las circunstancias, sin perder de vista sus objetivos de largo plazo.
Las decisiones empresariales, especialmente en industrias cuyos ciclos de planificación son de largo aliento -como la minería, la energía, el sector forestal o la infraestructura- no pueden hipotecarse a costa de los resultados electorales.
Incluso las empresas con ciclos más cortos requieren tácticas que les permitan convivir con la incertidumbre sin comprometer su continuidad operativa. Una empresa con una estrategia robusta comprende que, más allá de quién ocupe La Moneda y el Congreso, debe contar con un modelo de negocio sostenible.
Esto implica que, en lugar de paralizarse, se enfoquen en desarrollar planes que contemplen diversos escenarios, mecanismos de adaptación rápida y foco en resultados que generen valor a largo plazo.
El crecimiento de Chile no debe depender únicamente de quién resulte electo, sino también de contar con un sector privado con visión estratégica, capacidad de adaptación y compromiso con el desarrollo. Confío en que, tras este ciclo electoral, prevalezca el consenso logrado en los grandes temas y contemos con la convicción y la coherencia necesarias para implementar de forma eficiente políticas para retomar el crecimiento.
También confío en que el empresariado seguirá cumpliendo su rol histórico como motor del desarrollo, respaldado por estrategias fuertes que trascienden los ciclos electorales y aseguran la sostenibilidad en el largo plazo.
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