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Herido de muerte

CECILIA CIFUENTES Economista, directora del Centro de Estudios Financieros del ESE Business School, UAndes

Por: CECILIA CIFUENTES | Publicado: Martes 19 de abril de 2022 a las 04:00 hrs.
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CECILIA CIFUENTES

Sin duda, el sistema de capitalización ha sido uno de los pilares del desarrollo económico de Chile, por su contribución al ahorro y la inversión, por generar un menor incentivo a la informalidad, y principalmente por su significativa contribución al desarrollo del mercado de capitales. Sus opositores suelen decir que el rol de un sistema de seguridad social no es desarrollar el mercado de capitales, argumento muy pobre, porque si la capitalización es un aporte al desarrollo, significa que contribuye al empleo, al crecimiento de los salarios, y por ende a mejores pensiones. Se trata del círculo virtuoso del ahorro, que está siendo destruido por parlamentarios de todos los sectores, rendidos al populismo.

“El sistema de capitalización individual agoniza. Peor aun, la doblada de mano al ministro Marcel por parte de la izquierda más radical genera mucho temor sobre la calidad técnica que tendrán las futuras reformas”.

He sido una firme opositora a todos los retiros, cuyos daños además son crecientes en el tiempo. Sin embargo, el más grave fue el primero, porque abrió una represa que muchos anunciamos no se iba a poder cerrar. Tampoco sirve como excusa la manida frase de las ayudas inexistentes, considerando que desde el inicio de la pandemia los trabajadores formales contaron con el plan de protección al empleo, y los informales suelen tener ahorros muy escasos. La izquierda radical siempre ha querido destruir este sistema: atenta contra su ideología el que las cotizaciones de seguridad social no estén bajo el control del Estado, por el enorme poder económico que se les escapa de las manos.

Recordemos que el presidente Boric y algunos de sus ministros más importantes apoyaron los retiros incluso cuando el 90% de las familias recibía ayudas muy generosas del Estado, porque “hay personas que todavía lo pasan mal”. ¿No se dieron cuenta de que con ese argumento iba a ser imposible cerrar la puerta al populismo? Este es el tema de fondo, porque cuando se establece que el ahorro obligatorio para pensiones es también para otros fines de corto plazo, por muy graves que sean las urgencias, el principio que fundamenta el sistema queda destruido.

Siempre habrá situaciones difíciles, y es altamente probable que las carencias sean más graves en los próximos meses. Entonces, frente a la presión del quinto retiro, el gobierno manda un proyecto más acotado en sus efectos macroeconómicos, pero técnicamente muy deficiente y sustentado en la idea errada de que el ahorro para pensiones también sirve para urgencias de corto plazo. Es evidente que la presión por los retiros seguirá hasta destruir el sistema, y con suerte el gobierno intentará que sus efectos en el mercado de capitales sean más graduales. El sistema está ya herido de muerte, y no sólo eso, la doblada de mano al ministro Marcel por parte de la izquierda más radical genera mucho temor sobre la calidad técnica que tendrán las futuras reformas.

¿Y qué haremos cuando los ahorros para jubilación sean sólo algunos miles de dólares en manos de un grupo reducido? El sistema de reparto se hará inevitable, a pesar de su evidente problema de sostenibilidad. Un solo dato ilustra el punto; si hoy, con algo menos de seis millones de cotizantes, que ahorran US$ 700 millones al mes, tuviéramos un sistema de reparto, los 2,5 millones de jubilados de vejez que cotizaron durante su vida activa, recibirían una pensión promedio de $225 mil, fuertemente decreciente en función de la demografía, monto inferior a los $250 mil del actual sistema, que además paga pensiones de sobrevivencia. Se ha dicho hasta el cansancio que el problema no es la capitalización, sino el bajo monto de las cotizaciones. Pero pasaremos a un sistema que, en ausencia del derecho de propiedad, incentiva fuertemente la elusión y la evasión, agravando el problema del déficit de cotizaciones.

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