Si Reino Unido vota a favor de dejar la Unión Europea en junio, ¿recuperaría la soberanía que aquellos que están a favor de salir argumentan que ha perdido? La respuesta es no. El solo hecho de que el Reino Unido realice esta votación prueba que mantiene su soberanía. El referendo no es sobre soberanía. Es sobre cómo ejercer mejor el poder del país.
En Sense on Sovereignty, publicado en 1991, Sir Noel Malcolm explicó que el punto de inicio de cualquier debate sobre la soberanía debería ser la distinción entre poder y autoridad. Un Estado soberano posee la autoridad de hacer e implementar leyes válidas. El poder de un Estado puede ser débil, pero no estar sujeto a ninguna autoridad superior. Hoy, el hecho de que las instituciones legislativas sean democráticamente responsables crea legitimidad. Un gobierno ilegítimo es un despotismo.
Los Estados existen para servir los intereses de sus ciudadanos. Pueden lograr ese objetivo sólo a través de la cooperación con otros Estados. Por esta razón, el Reino Unido ha firmado 14 mil tratados. Legalmente, el Reino Unido podría retirarse de todos ellos. Ya que no desea convertirse en Corea del Norte, no lo hará. Los tratados no minan la soberanía, sino que la expresan. Restringen el ejercicio de la soberanía, con la intención de hacerla más efectiva. Lo hacen delegando poderes. Algunos de estos poderes son cosa de vida o muerte. El Reino Unido es miembro de la OTAN, por ejemplo, porque cree, correctamente, que mejora la seguridad de sus ciudadanos.
¿Es la UE diferente de otros tratados? La respuesta es “no” y “sí”.
La respuesta es no, porque el Reino Unido claramente puede salirse. Esto sería complejo y doloroso y podría llevar a un quiebra del Reino Unido, con Escocia decidiendo su salida. Pero nadie buscaría detenerlo. Por lo tanto, la membresía del Reino Unido de la UE no limita su soberanía. Eso se mantiene con los representantes elegidos por el pueblo británico en el Parlamento.
La respuesta es sí porque, como miembro, el Reino Unido está atado por los tratados, por los fallos de la Corte Europea de Justicia, por las decisiones a las que llega el Parlamento Europeo y por las votaciones de mayoría calificada del Consejo Europeo.
La pregunta política en el referendo no es sobre la soberanía, sino sobre la delegación de poderes dentro de un sistema gobernado por tratados de obligaciones de un alcance particularmente amplio. Los cambios futuros en la relación entre el Reino Unido y la UE podría hacer que la membresía sea efectivamente irreversible: la abolición del parlamento británico sería uno, y la transferencia total de poderes sobre los impuestos o la seguridad sería otro. Incluso la membresía de la moneda única sería vista en la misma forma. Pero, sin esos cambios de amplio alcance, el Reino Unido mantiene su soberanía.
La pregunta para el Reino Unido es si la membresía de la UE representa un equilibrio razonable entre responsabilidad y efectividad en el ejercicio de esos poderes delegados. Sí, el Reino Unido está obligado a respetar cosas que muchos quieren evitar, como por ejemplo el libre movimiento de personas. ¿Pero cómo se ve el balance en general?
Los defectos de la UE en accountability son reales. La moneda única es el mejor ejemplo: el abismo acá entre la rendición de cuentas, todavía mayoritariamente nacional, y la toma de decisiones, ahora ampliamente supranacional, es evidente. Sin embargo, el Reino Unido no es parte de esto. Los defectos de la UE sobre responsabilidad democrática no pueden ser resueltos sin política verdaderamente supranacional. Esto es altamente improbable. También sería altamente inoportuno para el Reino Unido, ya que terminaría con la soberanía nacional.
Sin embargo, la UE se trata también sobre efectividad. Las acusaciones de que el presidente Barack Obama está siendo hipócrita al defender la membresía del Reino Unido en la UE equivocan el punto. Estados Unidos es una superpotencia: no necesita un acuerdo para influenciar al mundo; el Reino Unido no es una superpotencia: sí lo necesita. Margaret Thatcher aceptó el argumento sobre la votación de mayoría calificada, para crear un mercado único, por una buena razón: sin ella, eso sería probablemente imposible.
Un tema destacado es si los poderes delegados a la UE van más allá de lo que es apropiado para los objetivos que busca el Reino Unido. La respuesta, dice un informe del Centre for European Policy Studies, es no. La revisión de los “equilibrios de competencias” del Reino Unido concluyó que los poderes delegados eran apropiados a las metas que el Reino Unido quería alcanzar. La recuperación de las competencias desapareció de los objetivos de negociación del gobierno.
La pregunta entonces es si la membresía de la UE es un ejercicio apropiado de la soberanía del Reino Unido. Sí, podemos identificar tres dificultades sobre la responsabilidad. Sin embargo, también vemos enormes ganancias en el ejercicio efectivo del poder. La membresía otorga al Reino Unido una voz en el futuro del continente europeo. Le da una voz potente en las posiciones sobre los asuntos globales de uno de los actores más poderosos del mundo. Magnifica la habilidad del Reino Unido de influenciar los desarrollos globales que son de interés vital para el bienestar de sus ciudadanos, como el clima. Le da, además, términos de acceso favorables a su mayor mercado. ¿Deberíamos buscar una mayor delegación sustancial de poderes a la UE? Definitivamente no. Pero los beneficios de lo que el Reino Unido tiene ahora -la mayoría de las ventajas con pocas de las desventajas- no parecen sólo evidentes, sino verdaderamente sustanciales.
La mayor crítica a Obama fue que hablaba por los intereses de EEUU, no por los del Reino Unido, Esto está doblemente equivocado. Primero, las percepciones estadounidenses de los intereses de EEUU son en sí mismos importantes al definir los intereses británicos. Segundo, los amigos sinceros a menudo ven los propios intereses mejor que uno mismo. La soberanía británica no está en juego en este referendo. Está, en cambio, demostrada por él. El referendo es en realidad sobre si el Reino Unido ha delegado poderes excesivos en la UE. El gran logro de las negociaciones de David Cameron es establecer que el Reino Unido no irá más allá. Nuestros socios parecen aceptar esto. Siendo así, el mejor equilibrio entre responsabilidad y efectividad recae en el status quo. El precio del Brexit será una efectividad muy disminuida y, en el mejor de los casos, una moderadamente mayor responsabilidad. Ese precio es demasiado alto.