Inversión en I+D: Una labor en la que el mundo empresarial tiene mucho que aportar

A propósito de los resultados del estudio de publicaciones científicas presentado por SCImago, es preocupante constatar que seguimos estancados con un nivel muy bajo de inversión en Investigación y Desarrollo (I+D), con sólo un 0,4% del PIB, muy por debajo del 2,4% que es el promedio de los países OCDE. En término de número de publicaciones, estamos en el cuarto lugar en la región, a pesar de que estas se triplicaron en los últimos diez años. Más interesante resulta ver que sólo el 25% de los investigadores que publican dicen venir del sector empresarial, lo que es consistente con que sólo un tercio de la inversión en I+D se genera el sector privado. Esto es un fenómeno preocupante porque en los países OCDE el 70% de la inversión en I+D proviene del sector privado, justo al revés de lo que sucede en Chile.

El problema de la baja inversión en este ámbito en el país se resuelve en gran medida si logramos revertir la inversión privada.

Es iluso pensar que el Estado es quien elevará la inversión en I+D más allá del 1% del PIB, más que duplicando el nivel actual y que aún sería insuficiente para los estándares OCDE.

Corfo ha entendido el problema y ha impulsado la llegada a Chile de centros de investigación y desarrollo internacionales que muestren el camino a la inversión empresarial. Hace dos años, Telefónica instaló en Chile un centro que tiene justamente ese objetivo: desarrollar desde Chile y para el mundo soluciones a problemas concretos de productividad en sectores claves de la economía chilena, como la minería y la agricultura, a través del desarrollo de nuevo conocimiento basado en Internet de las Cosas. Este centro ya cuenta con varios productos y servicios de última tecnología que en fase piloto demuestran aumentos de productividad y retorno económico para la inversión empresarial en I+D.

A través de este tipo de ejemplos se promueve en Chile la inversión privada en este campo como solución a problemas de productividad y finalmente de competitividad de la empresa y la economía chilena. Por cierto, contribuye a elevar la inversión privada en I+D y poner definitivamente el valor económico de la innovación como eje central del desarrollo del país.