Cartas

Cartas al Director

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Combate a corrupción y elecciones



Señor Director:


Esta elección gira en torno a tres elementos muy conectados: corrupción, conflictos de interés y probidad de las autoridades. Posiblemente las discusiones más políticas tengan que ver con las reformas tributarias, al sistema de salud y previsión y la educación gratuita y de calidad, pero en el fondo todos sabemos que mientras persistan los conflictos de interés, nuestras autoridades públicas y privadas no persigan la corrupción creciente, y se acepten las faltas a la probidad, seguiremos exactamente donde estamos, con más dinero disponible, pero con muy pocas soluciones de verdad.

En los últimos años hemos visto a parlamentarios negándose a inhabilitarse en casos donde se votan asuntos que les afectan directamente o a sus parientes. Para qué decir aquellos que no declaran sus intereses a pesar de estar obligados a ello. Este asunto esta muy presente en la asignación de contratos y licitaciones públicas donde quienes aprueban los recursos muchas veces tienen interés directo o indirecto y derechamente tratan de ocultar esas conexiones. La corrupción no es solamente la sustracción de dinero del aparato público. La corrupción es aprovechar una posición de poder para beneficio personal directo o indirecto. Aquí están el fraude al fisco y la malversación de fondos públicos; pero también se encuentran el tráfico de influencias, las negociaciones incompatibles, el cohecho, el uso de información privilegiada y muchos más. Gran parte de la mala imagen de la política tiene que ver con el incremento de la corrupción y que lamentablemente algunas autoridades políticas aún no entienden.

Tomemos en serio esta elección. Hay mucha gente simpática, hay muchos inteligentes y otros muy atractivos , pero lo que se necesita es gente con valores que defiendan los recursos del estado y que hayan demostrado no estar involucrados en actos de corrupción.



JORGE CONDEZA


Parábola de las propinas



Señor Director:


Cuenta la leyenda que en la antigüedad había dos tabernas. Ambas de calidad muy similares, siempre boyantes y muy concurridas. Sucedió que en una de ellas, el dueño -persona de muy buenas intenciones, pero sin muchos conocimientos económicos- decidió imponer propina obligatoria. Luego de un tiempo el servicio en aquella taberna decayó en forma notoria y los clientes ya no concurrían al local. Atribulado consultó a su vecino, dueño de la taberna que continuaba llena: ¿Mi estimado competidor, que ha sucedido?. Debes entender -le respondió- que los seres humanos funcionamos con incentivos, sólo si nos esforzamos y trabajamos con excelencia y talento debemos ser retribuidos. Si desde arriba en forma artificial se intenta terminar con un principio tan básico, todos terminaremos como tu taberna...



GABRIEL GUILOFF

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