Axel Kaiser

Podemos pudo

Por: Axel Kaiser | Publicado: Martes 22 de diciembre de 2015 a las 04:00 hrs.
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Las elecciones generales en España el pasado domingo han dado una gran lección. El partido chavista de ese país liderado por Pablo Iglesias y que hace un par de años no pasaba de ser una anécdota, hoy logra, junto al nuevo movimiento Ciudadanos, poner un certificado de defunción al bipartidismo español. Podemos consiguió 69 escaños de un total de 350 haciendo imposible que en lo inmediato se proyecte el gobierno de Mariano Rajoy en el poder o que se forme una coalición entre el PSOE y alguna otra fuerza que no sea Podemos.

¿Cómo pudo un partido chavista, declaradamente populista y afin a las ideas marxistas pasar de la marginalidad a jugar un rol tan protagónico en la política de un país desarrollado como España donde se creían casi erradicados movimientos de esa naturaleza? Explicaciones hay diversas. Por lo pronto es claro que Podemos se ha moderado respecto de su discurso original, pero continúa siendo un partido populista cuyas propuestas llevarían a la ruina a la economía española. La crisis del euro, fabricada por los políticos europeos y que llevó a España a una gran catástrofe económica explica en parte la frustración de un creciente grupo de españoles con la “casta” política y empresarial.

Pero hay algo mucho más relevante aún. Iglesias es un fiel lector del marxista italiano Antonio Gramsci y entiende mejor que cualquiera en el Partido Popular e incluso en el PSOE la relevancia de la lucha por la hegemonía cultural.

Como sabemos, Gramsci sostuvo que el reemplazo de las instituciones capitalistas por las socialistas no podía lograrse en una democracia si no se cambiaba la ideología dominante, es decir, la coincidencia entre las ideas que sustentan las instituciones que supuestamente benefician a la élite con el apoyo que esas ideas tienen en el resto de la población. En otras palabras, lo que se debe hacer es dar, según Gramsci, una batalla por las consciencias de las personas que vaya destruyendo la legitimidad del sistema que prevalece. Solo entonces se podrá hacer la verdadera revolución que termine con el capitalismo. De lo contrario la mayoría no apoyará los cambios y estos no podrán sostenerse en el tiempo. Penetrar las universidades, las escuelas y especialmente los medios de comunicación masivos y redes sociales creando nuevos lenguajes que transformen la realidad percibida es lo que debe hacerse para lograr ese objetivo. Y es lo que hizo Iglesias, quien dice, luego de citar a Gramsci, que “la hegemonía es la capacidad orgánica de los sectores dominantes para convencer a las mayorías sociales de los relatos que justifican y explican el orden político. Los dispositivos de convencimiento son básicamente culturales y sirven para asentar las claves de los relatos hegemónicos. Ganar en la política hegemónica es básicamente convencer del propio relato”. Por eso, agrega refiriéndose a Podemos, “la nuestra ha tratado de ser una estrategia de combate político en la batalla de las ideas que se libra en los medios cuyo peso es fundamental a la hora de determinar como piensa la mayoría de la gente”.

Una vez más vemos que la clave son las ideas, no la economía ni las políticas públicas sino la cultura, el relato y el lenguaje que lo contiene. Demonizar el “lucro”, identificar al empresario con el abuso y al mercado con la estafa son estrategias de construcción hegemónica para destruir el sistema de libertades. Los españoles no entendieron eso y Podemos pudo plantear una amenaza populista cada vez más creíble. Los chilenos tampoco lo entendieron y ahora enfrentan un gobierno populista de corte chavista que pretende hacer tabla raza con las instituciones existentes mediante una nueva Constitución, tal como hicieron Chávez, Correa, Morales y otros. Y lo peor es que otros grupos como Revolución Democrática, que de revolución tiene mucho y de democrática poco, crecen día a día en apoyo ciudadano con el claro objetivo te transitar hacia un esquema socialista autoritario. Y como van las cosas probablemente les va a resultar.

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