Algunos que se dicen demócratas están dejando caer una andanada de descalificaciones sobre la mayoría de los habitantes del Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte (RU), cuestionando la validez de los resultados del plebiscito donde triunfó la opción de retirarse de la Unión Europea o Brexit, en función de discriminaciones etarias, socioeconómicas u otras.
Cabe recordar que la UE tiene su origen en iniciativas para eliminar las barreras al comercio internacional, en una época en que la Cortina de Hierro encerraba buena parte de Europa Oriental e imponía la hegemonía del estado socialista por sobre las personas y naciones, eliminando todas sus libertades políticas y económicas, así como las creencias, valores y tradiciones sobre las que se forjaron las identidades nacionales.
El surgimiento de movimientos libertarios en sociedades que empoderaron a dirigentes decididos a cambiar el régimen del estado empresario, educador único, monopolizador del quehacer económico y restrictor de las libertades personales, verdadero edén de los burócratas, dio paso a la libertad económica, la búsqueda de las eficiencias y el agotamiento de los privilegios abusivos, lo que permitió expandir mundialmente la eliminación de las barreras arancelarias y de las regulaciones proteccionistas y a la creación de mercados más grandes, eficientes y competitivos.
En la iniciativa del Mercado Común Europeo siempre ha estado presente el conflicto entre la visión como una amplia integración económica con las instituciones supranacionales necesarias para su operatividad, versus una integración política total que lleve a la eliminación de los estados y fronteras para dar lugar a una mega entidad que los gobierne.
La “particularidad” de la postura del RU para con la Unión Europea va más allá de mantener la Libra Esterlina como su moneda y una relativa autonomía en políticas monetarias y fiscales. Tiene que ver, también, con un permanente y creciente rechazo a la mega burocracia representada por Bruselas y decenas de miles de funcionarios, sedes parlamentarias, etc., que suponen erogaciones muy superiores a los beneficios que se reciben.
La movilidad de desplazamiento laboral dentro de la UE, relevante para la elite londinense preocupada de las oportunidades laborales en otras firmas financieras, no entusiasma a la mayoría, para la que ese derecho es ajeno, pues ellos son los afectados por la llegada de millones de inmigrantes que accedieron a la comunidad a través de otros países, pero que buscan instalarse en aquellos que, como el RU, tienen mejor desempeño con lo que en definitiva pagan ellos el costo de una inmigración en que no fueron ni consultados.
Pero ciertamente lo que está detrás de esta mayoría por el Brexit es el rechazo de los habitantes del RU a ser parte de los “Estados Unidos de Europa” y a estar obligados a aceptar que en nombre de la modernidad, la integración, la corrección política del anti nacionalismo, deba entregarse al “establishment internacional” y renunciar a continuar siendo un país soberano con un territorio definido y regido por sus autoridades electas por su pueblo.
Ciertamente este pronunciamiento popular es un revés para los que buscan una integración total de los miembros de la unión y representa un freno en la línea que se imponía en ese sentido, pero no justifica la descalificación y el derivar de una legítima opción por la ratificación de su soberanía nacional y vigencia de su identidad y compromiso con su historia como reinos unidos, el que no quieran continuar con una economía abierta e integrada a Europa y el mundo.
Es probable que las descalificaciones tengan su explicación en el temor de que esta expresión de soberanía popular pueda encontrar eco en otros países, como el nuestro, y con este ejemplo comencemos a revisar negativos tratados, leyes y proyectos generados en una burocracia y pseudo justicia internacional, de conocido sesgo ideológico, que han introducido el virus de la división entre los que ayer nos reconocíamos como chilenos e iguales, a través de convenios y normas extranjerizantes, muchas dictadas fuera de la competencia de los organismos en que fueron introducidas y aprobadas, provenientes de visiones que reniegan de la identidad, valores y soberanía nacionales.