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Columnistas

Cambio de switch

Jaime Iglesis Director ejecutivo PatagonLand Investment

Por: Equipo DF

Publicado: Jueves 17 de diciembre de 2015 a las 04:00 hrs.

Se nos va el 2015 y, como es menester en estas fechas, miramos hacia el futuro con nuevos ánimos de cambios y buenos deseos.


En lo personal, y en nuestra empresa, cansados del negativismo, tomamos la decisión de pensar positivo, de hacer un cambio de switch. Nos aburrimos de entrar a una reunión o entrar a un café por las mañanas y sentir ese murmullo molesto; fraude, desconfianza, colusión..., y deliberadamente comenzamos a mirar la realidad de un modo distinto. Condenamos las malas prácticas, cómo no, pero abrimos nuestras mentes para ver los fracasos como historias de éxito, a aprender de las historias de los empresarios y de nuestros propios inversionistas, a sacar aprendizajes para rápidamente actuar, seguir adelante y tomar la mejora continua como una obsesión.


Es aquí cuando echo de menos a los empresarios que hablan de sus derrotas felices, de sus aprendizajes con orgullo, de sus historias más difíciles como odiseas, de sus reinvenciones con agradecimiento. ¡Cuánto material valioso hay ahí!


Echo de menos al lector que felicita a quienes se equivocan porque se atreven, a quienes pierden la vergüenza de hablar bien de otros y le tienden una mano para que se levanten y sigan adelante con más fuerza. En otras culturas, como la norteamericana o la israelí, este ethos se valora y los emprendedores se transforman en referentes.


Pensando seriamente en el 2016, me gustaría poner los énfasis en retomar las confianzas, en seguir construyendo, por difícil que sea. Los invito a seguir creyendo en los empresarios grandes, medianos y pequeños que lo hacen bien y que contribuyen a diario con este país, a aquellos que ante la adversidad descubren nuevos productos y servicios, y que logran conquistar a los esquivos consumidores. Aquellos hombres y mujeres que con inventiva y coraje –más que con recursos– logran darle un vuelco a sus números en tiempos económicamente revueltos.


Hagamos vista gorda a los opinólogos, a los que hablan desde las galerías sin estar presentes en la cancha. Hablemos de otras cosas, oigámonos a nosotros mismos y, si nos sorprendemos hablando de malas historias sobre los demás, démonos cuenta que pasamos a ser uno más de aquellos que impiden que este país siga creciendo. Si hay una receta ganadora para el próximo año, es volver a confiar, volver a creer en quienes con mucho esfuerzo construyen este país, en resaltar las buenas historias y aprender de las malas.

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