¿Cómo construimos confianza?

Carolina Dell´Oro

Ayer me tocó participar de la presentación del Barómetro de Felicidad realizado por el Instituto de Sociología de la Universidad Católica, para el Instituto de la Felicidad de Coca Cola. Este año se puso especial énfasis en el análisis cualitativo, a partir de los datos aportados en el estudio del año pasado, ahondando en algunos aspectos tales como los vínculos sociales, confianza y bienestar subjetivo.

Dentro de los vínculos sociales aparece la familia como la clave de la felicidad. Lo que me pareció muy interesante este año, fue la posibilidad de sondear por qué la familia aparece como vértice fundamental. Vemos en este estudio que es el factor de incondicionalidad de las relaciones familiares, el que determina la experiencia de mayor felicidad de las personas.

Si analizamos el concepto de la incondicionalidad, consiste en que el otro no me va a fallar, es decir, que siempre va a estar ahí.

La pregunta que surge es por qué esta experiencia de confianza tan determinante en el ámbito familiar, al expandirla hacia otros ámbitos (amigos, vecinos, trabajo) disminuye radicalmente. Y para qué decir si hablamos de los lejanos, personas de otros barrios, otros grupos políticos, socioeconómicos, etc.

¿Qué ocurre en nuestra experiencia familiar que en vez de ver a los otros como una posibilidad de desarrollo, de encuentro, de crecimiento, los vemos más bien como una amenaza?
Para mi esta es una pregunta vital, y muy compleja. Porque lo que se aprende en la vida no es a confiar, ya que el ser humano nace con una actitud de confianza natural (desde el apego con su madre), sino a desconfiar. Es decir, algo está pasando en la vida de los chilenos que estamos aprendiendo a desconfiar.

La hipótesis puede ser que las relaciones familiares están teniendo menos profundidad, o que los padres tenemos muchos miedos y transmitimos a nuestros hijos la visión de un mundo amenazante. Lo grave es que cuando miro al otro desde la falta de confianza, termino imposibilitando la capacidad de conocerlo y creer en él.

Lo que aún me parece más preocupante es que a nivel de trabajadores de una misma organización, encontramos bajos niveles de confianza. ¿Será que dentro de muchas empresas de este país faltan instancias de encuentro y conocimiento entre sus colaboradores? Y aquí me refiero a conocerse no sólo en el mismo nivel jerárquico, sino también, entre los diferentes niveles.

¿Por qué vinculo estos temas en apariencia tan distintos? Mi hipótesis es que estamos en un país con una rigidez laboral que no permite a padres y madres de familia tener espacios significativos de contacto personal con sus hijos (por la dificultad de transporte, por las jornadas extensas, entre otros). Y esa realidad está impactando negativamente en la capacidad de encuentro y de desarrollo de confianza de las generaciones más jóvenes frente a otros que no sean de su entorno más cercano familiar.

Aquí se abre un gran desafío a nivel país y políticas públicas, y también a nivel empresarial, para generar las condiciones espacio-temporales y personales que permitan desarrollar el capital de confianza en nuestros jóvenes.