Carolina Dell´Oro

¿Qué tiene que ver la ética con el gobierno corporativo?

Hemos estado expuestos este último tiempo a una serie de escándalos...

Por: Carolina Dell´Oro | Publicado: Martes 22 de noviembre de 2011 a las 05:00 hrs.
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Hemos estado expuestos este último tiempo a una serie de escándalos, incluso me atrevería a decir dolores, en el ámbito empresarial chileno e internacional, lo que nos ha llevado a hacernos muchas preguntas.



Lo que más me preocupa es que nos quedemos en el impacto que causa el escándalo y no vayamos a los temas de fondo. Y el peligro es que pasada la crisis nos olvidemos el tema, como ocurre tanto en Chile.

Hay diferentes caminos frente un tema como éste: escandalizarse y aumentar la regulación, o más bien, ver la oportunidad que significa entender sus causas y buscar nuevos caminos, que estoy cierta es lo que se necesita hoy.

Estamos viviendo más que una crisis económica, una crisis de sentido ético. Razones hay muchas: pérdida del concepto de naturaleza humana, absolutización de ideologías, radicalización de los modelos, pérdida del sentido de autoridad y una crisis formativa, no sólo institucional, sino que desde la misma familia, que es la cuna de la formación ética.

Me imagino que ustedes dirán, pero estamos en el mundo real, de los negocios, donde ocurren las cosas. Los invito a navegar por este mundo real y concreto de los negocios, a través de la etica empresarial.

Hay dos modos de ver la ética empresarial. Según el primero, hay que atender a lo que ocurre, a los casos, a las situaciones conflictivas, y en la medida de lo posible idear un conjunto de reglas para resolverlos. Lo que debido a esa gran habilidad humana que es la creatividad es imposible, pues siempre habrá nuevas formas y nuevas situaciones que no están normadas.

La segunda mirada se basa en que existen presupuestos básicos en materia de ética, sin los que prácticamente es imposible entender a fondo los casos y, por lo mismo, preverlos. En esta mirada es indispensable que quienes lideran las organizaciones tengan un sentido ético y un compromiso personal de integridad, para hacer que las aspiraciones éticas no sólo sean declaradas, sino vividas y encarnadas en las decisiones cotidianas, y así gestar el hábitat ético que va a lograr un cultura del buen actuar que surge más desde la convicción, que desde el temor a infringir la norma; más desde la legitimidad que del mero cumplimiento de la ley.

Si no se adopta este camino de búsqueda de la legitimidad es posible que algunas empresas opten por tomar una serie de acciones simbólicas que aparentemente abordan los conflictos éticos actuales. Pero no se llegaría al fondo de la solución, y sólo estaríamos frente a lo que yo llamo el peligro de hacer un ‘lavado ético’, cuyo origen está más en la reputación que en la convicción. Este tema hay que analizarlo en la estructura de gobierno de las empresas, porque tratándose de un tema fundamental, se necesita una transformación desde la cabeza de la organización para generar un cambio cultural sostenible en el tiempo.

Esto implica mirar y reflexionar sobre cómo hemos venido ejerciendo los roles de accionistas, directores y gerentes, ya que es clave tener claro que el sentido ético surge de una mirada en común, no desde una yuxtaposición de intereses, sino de una búsqueda en común del bien y el desarrollo de cada uno de los que componen la organización.

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