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Chile, Chile lindo…

Susana Jiménez

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Si usted está leyendo hoy esta columna, es probable que sólo esté soñando con viajar por Chile. Y como no hacerlo, si vivimos en un país de reconocida belleza: Torres del Paine fue votada como la octava maravilla del mundo el 2013, Chiloé fue elegida una de las 10 mejores islas secretas del mundo y la editora de Lonely Planet escogió el desierto de Atacama entre las 10 regiones que hay que visitar en 2015. Sin embargo, el turismo se ha desarrollado poco en Chile, aportando apenas 3,5% del PIB en 2012, lo que se compara con Panamá y México donde representa el 10% y 12%.


La experiencia internacional muestra que el turismo es importante para el progreso, pues alienta la generación de ingresos, la creación de empleos y emprendimientos y la inversión en infraestructura. Para potenciarlo, debe ser abordado ya no como una mera visita al país, sino como una completa experiencia. En efecto, el turista no sólo disfruta del patrimonio natural o histórico que el país le ofrece, sino que además valora la disponibilidad de información, la facilidad de transporte y comunicaciones, la seguridad, el acceso a servicios de calidad, etc., aspectos que deben ser trabajados para atraer a viajeros que hoy cuentan con una inmensa variedad de destinos posibles.


Una agenda pública para promover el turismo en Chile debe contemplar algunas medidas que son transversales y otras acciones específicas al sector. Entre las primeras, se encuentra el desarrollo de infraestructura, cuyo principal instrumento deben ser las concesiones para obras de distinta envergadura (desde aeropuertos hasta estacionamientos o embarcaderos); la conectividad, sobre todo en un país donde el destino mayoritario de los viajeros son áreas protegidas con baja o nula cobertura de telecomunicaciones; y la seguridad, que exige hacerse cargo de aspectos tan variados como la delincuencia callejera, el transporte ilegal y la sobrepoblación de perros vagos.


En materia sectorial hay importantes desafíos, como generar contenido cultural y medioambiental de calidad, ampliar la información de transporte y alojamiento y mejorar la señalética a lo largo del territorio. A ello se suma la promoción y difusión de Chile como destino turístico a través de políticas coordinadas entre organismos públicos y privados, crear programas de capacitación para el personal dedicado al rubro, promover el uso de terrenos fiscales y permitir la devolución de impuestos para productos adquiridos por extranjeros en territorio nacional. Urge además destrabar proyectos clave para el sector que duermen en el Congreso, como el que amplía los servicios de trasporte de pasajeros entre distintos puntos del país a naves extranjeras y el que adapta las normas laborales a las condiciones particulares del turismo.


Por último, cabe recordar que hay que cuidar el crecimiento económico, pues conlleva avances en infraestructura, conectividad, capital humano, etc. La incertidumbre generada por las últimas reformas ha llevado a postergar proyectos en todas las áreas, lo que lamentablemente afectará también el desarrollo del turismo nacional en los próximos años.

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