Chile y el mundo: la política exterior que necesitamos recuperar
JORGE O´RYAN SCHÜTZ Director Desarrollo Internacional UC, exdirector de ProChile
En marzo próximo asumirá un nuevo Gobierno cuyo programa se centrará en seguridad, crecimiento económico y fortalecimiento de las políticas sociales. Para avanzar en esas prioridades, Chile cuenta con un instrumento decisivo que ha sido subvalorado en el debate público: una política exterior profesional y estratégicamente orientada, capaz de contribuir a multiplicar nuestras posibilidades de desarrollo a través de una Cancillería focalizada, pragmática y con una gestión eficiente.
Durante los últimos años, Chile enfrentó episodios que deterioraron nuestra posición internacional: inexperiencia en cargos clave, declaraciones impulsivas, desaires a países amigos, críticas improcedentes a autoridades extranjeras y designaciones por cercanía personal antes que por mérito. Todo ello erosionó una tradición de más de tres décadas en que distintos Gobiernos sostuvieron una misma línea de Estado: representar los intereses permanentes del país y no los de un Gobierno de turno. Hoy es indispensable retomar esa senda. Chile necesita desideologizar su política exterior, recuperar la prudencia y asegurar una gestión conducida por profesionales conocedores de la diplomacia y de las complejidades del escenario global.
“El país necesita desideologizar su política exterior, recuperar la prudencia y asegurar una gestión conducida por profesionales conocedores de la diplomacia y de las complejidades del escenario global”.
Debemos focalizarnos. Recomponer la relación con Estados Unidos será prioritario y con quien nos unen valores democráticos, una historia y un futuro en que Chile puede ser un socio estratégico en nuestro continente. Con China —nuestro principal socio comercial— debemos reforzar la confianza y la estabilidad de los flujos económicos, al igual que con la Unión Europea. Recordemos que el 65% del PIB chileno depende del comercio exterior y descuidar los vínculos internacionales no es solo un error político: es un riesgo económico, que es fundamental para apoyar el crecimiento y el empleo en nuestro país.
Del mismo modo, será muy importante fortalecer las relaciones con Argentina, Perú y Bolivia, especialmente en temas vinculados a la cooperación del control fronterizo, inmigración, narcotráfico, e integración física y comercial, pero también sumando una agenda más activa con Brasil, nuestro quinto socio comercial.
Nuestro país es pequeño en tamaño, pero grande en reputación precisamente por lo que hemos logrado estas últimas décadas. Ese capital no puede perderse. Hoy el contexto global exige fortalecer el multilateralismo, mantener nuestra neutralidad, así como retomar e impulsar la agenda en la Alianza del Pacífico, aumentando el comercio internacional, profundizando el TPP11 y el acuerdo Marco Avanzado con la Unión Europea, así como continuar negociando para que Chile ingrese al Acuerdo de Asociación Económica integral Regional (RCEP), que es el Tratado de Libre Comercio más grande del mundo, así como potenciar la relación económica y comercial con la ASEAN. Con India debemos avanzar decididamente en un Acuerdo de Asociación Económico Integral (AEI).
Sin embargo, para cumplir estos objetivos se requiere una modernización urgente de la Cancillería con un norte claro y con una gestión eficiente para que sus diplomáticos y profesionales se sientan motivados y tengan claridad el camino a seguir, racionalizando los gastos y aumentar su productividad. Es importante priorizar y redefinir nuestras Representaciones en el exterior. En tal sentido existen estudios realizados recientemente que van en esa dirección, basados en información cuantitativa y cualitativa que define claramente los ámbitos de acción y extensión del proceso de modernización, incluyendo, además, las Embajadas, Consulados y agregadurías: comerciales, agrícolas, de inversiones, ciencia y tecnología, donde hay duplicidad de funciones y de recursos financieros.
Finalmente, debe ser una Cancillería cercana a la gente, cuya gestión tenga impacto social, impulsando el emprendimiento, cadenas globales de valor, economía digital, inteligencia artificial, biotecnología y cambio climático. Pero también las universidades deben jugar un rol fundamental en esta nueva etapa, tanto por la formación de los futuros profesionales como porque son fuente de pensamiento, investigación e innovación que deben aportar a las políticas públicas.
Los chilenos merecen un Estado que utilice todas sus herramientas para mejorar su calidad de vida. Y pocas herramientas son tan decisivas —y tan subestimadas— como una política exterior seria, profesional, pragmática y orientada al bienestar de las personas. Ignorar el mundo no nos hará más soberanos. Pero asumirlo con inteligencia sí puede hacernos más prósperos, más seguros y respetados. Chile se lo merece.
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