Chile y los desafíos frente al futuro Canal de Panamá
Jorge Marshall Presidente Cámara Marítima y Portuaria de Chile
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Un cambio colosal viene en el transporte marítimo internacional con la ampliación del Canal de Panamá, al permitir el tránsito de naves post Panamax de 13.200 TEUs, casi triplicando la capacidad de los buques Panamax que podían transitar.
La nueva etapa del Canal tendrá efectos amplios y complejos que van desde reconfigurar los mix de naves de los servicios de transporte de contenedores; una potencial reducción de costos por economías de escala por las naves de mayor tamaño; cambios en los flujos comerciales de la carga; y la consolidación de puertos hub mientras otros se convierten en puertos feeder o alimentadores.
En Chile, en el primer trimestre de 2016 el 36% de las toneladas de importación transferidas por puertos chilenos utilizó el Canal, y de las exportaciones fue un 56%, transformando al Canal en un socio en la conectividad de Chile con el comercio mundial. Por ello los principales puertos chilenos invirtieron en infraestructura y equipamiento para recibir estas mayores naves y continuar ofreciendo servicios con eficiencia, calidad y confiabilidad. Destacan las inversiones de Angamos; en Valparaíso TPS y TCVAL (en tramitación ambiental), STI y Puerto Central en San Antonio; en Bío Bío, SVTI, Talcahuano Terminal Portuario, Coronel y Lirquén.
Los operadores respondieron. Sin embargo, pareciera que la preocupación nace y muere en los recintos portuarios, olvidando que integran una cadena logística mayor. La recalada de grandes naves implica peaks de carga más pronunciados y concentrados en menores tiempos, exigiendo capacidad en recursos humanos, almacenamiento, conectividad y transporte para ingresar y sacar la carga con rapidez. Por eso la deuda pendiente va desde la gate a la conectividad con el hinterland, donde obstáculos son: patios de tamaño insuficiente; conectividad del puerto con el hinterland; la dinámica ciudad - puerto; flexibilidad y competitividad regulatoria; y desafíos laborales por las nuevas tecnologías.
Otra consecuencia es la redefinición en las dinámicas entre puertos. Al transportar más carga, las grandes naves recalarán en menos puertos y sólo en aquellos capaces de concentrar y gestionar esos mayores volúmenes. El resto se convertirá en puertos alimentadores, necesitando de trasbordos con buques feeder.
En consecuencia, la ampliación del Canal exige una revisión de la operación del sistema logístico-portuario nacional, desde la institucionalidad, regulación, efectividad de la coordinación público-privada hasta el funcionamiento de los organismos públicos que participan en la cadena. Es también una señal de alerta respecto a la velocidad con que el país reacciona ante los frecuentes cambios internacionales.