Clive Crook

Una apuesta osada por reiniciar la presidencia

El ambicioso discurso de política económica de Barack Obama a una sesión conjunta del Congreso la semana...

Por: Clive Crook | Publicado: Martes 13 de septiembre de 2011 a las 05:00 hrs.
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El ambicioso discurso de política económica de Barack Obama a una sesión conjunta del Congreso la semana pasada estuvo a la altura. Fue un discurso ambicioso e impresionante, un intento por reiniciar su presidencia. No se requiere nada menos para que Obama recupere su posición con los votantes estadounidenses y mueva la política económica, dentro de lo que puede, en la dirección correcta.



Dentro de lo que pueda. Desde las elecciones de noviembre pasado, Obama ha enfrentado un congreso hostil hasta el límite. ¿Por qué? Porque en sus dos primeros años se paró ahí mientras un exuberante partido Demócrata, deseoso de una reforma liberal de Estados Unidos, avanzaba en dos iniciativas de gran consecuencia: la ley de estímulo y la reforma de la salud.

Los votantes vieron desorden y a Obama al margen. Esto no era lo que él había prometido, y el país se lo dijo en las elecciones de mitad del periodo. A diferencia de Bill Clinton, quien sufrió un repudio similar en 1994, Obama no encontró modo de reposicionarse. En el fiasco del techo de la deuda, fue el turno republicano de lucirse – y de qué modo.

Todo esto es para explicar la importancia del discurso de la semana pasada. A casi tres años de comenzar su presidencia, Obama tomó la iniciativa. Primero, presentó un proyecto propio (la Ley Estadounidense de Empleo) en lugar de puntos con la esperanza de que el Congreso los tuviera en cuenta. Segundo, prometió una campaña para llevar esta propuesta a los votantes. Si los republicanos la rechazan, tendrán que explicar por qué.

La sustancia del plan es bastante buena. Con un costo de unos 
US$ 450 mil millones, es menos que lo que la economía necesita, pero tal vez el máximo que aceptarán los votantes más ansiosos. Las partes están bien juzgadas: extensión de los beneficios por cesantía; recortes en los impuestos laborales para empleadores y empleados, modificados para incentivar la contratación, en particular entre los desempleados por largo tiempo; algún nuevo gasto en infraestructura; apoyo para los empleos compartidos y una prórroga en las exenciones tributarias a la inversión empresarial.

El plan no dará paso a una rápida recuperación; ningún plan puede hacerlo. Pero haría una diferencia. En cuanto a sus perspectivas políticas, Obama enfatizó repetidamente que todos sus elementos han ganado apoyo bipartidista en el pasado. Esto hace más difícil oponerse a las propuestas - y ése es el punto.

La respuesta inicial fue instructiva. El plan era más grande que lo que la mayoría había esperado, pareciendo invitar el desdén republicano: “más estímulo fracasado”, y así. Pero no. Parte de esto está bien, dijeron: tal vez podamos hacer negocios. Nada habría gustado más a los republicanos que criticar el plan desde el comienzo. Que sus líderes en el Congreso lo consideraran poco sabio es un tributo al nuevo Obama.

Como el presidente finalmente está tratando de hacer lo que debería haber hecho desde enero de 2009, parece ridículo quejarse. Pero lo haré. El discurso es una tarea sin terminar. La Casa Blanca también necesita formular un plan igual de específico para limitar el endeudamiento de largo plazo.

Obama no puede liderar efectivamente a menos que sea honesto con el país acerca de lo que se necesitará, cuando llegue el momento, para poner el endeudamiento bajo control. Prometió ofrecer tal plan la próxima semana, pero uno se pregunta cuán específico será. En su discurso mencionó impuestos más altos a los ricos y la necesidad de controlar el gasto en Medicare. Se necesitará más que eso. Si los votantes sospechan que está mintiendo en este tema crucial, le creerán menos en el estímulo de corto plazo.

Otro consejo para el presidente. No deje que la campaña para este plan se convierta en una campaña abierta por la reelección. Es ambos, obviamente, pero sea sutil al respecto. Haga lo que hizo la semana pasada: elévese sobre la lucha partidista, defienda con fuerza las políticas específicas (ahora que tiene algunas) y vaya con cuidado cuando se trata de principios subyacentes.

Y trate de no pensar en cuánto más fuerte sería su posición hoy si hubiera hecho eso desde el comienzo.

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