De Arica a Timaukel: ¡no nos quedemos dormidos!
De Arica a Timaukel nos separan alrededor de 4 mil kms. de distancia...
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De Arica a Timaukel nos separan alrededor de 4 mil kms. de distancia y curiosamente algo tienen en común estas dos comunas ubicadas en los extremos de Chile. Ambas han sido objeto de denuncias por casos de corrupción.
En Arica se está desarrollando una investigación sobre una red de corrupción que ha involucrado al alcalde de la comuna, a los concejales, y a un grupo de empresarios. Por su parte, en la pequeña comuna de Timaukel, en Tierra del Fuego, hay una investigación iniciada por los propios concejales de ese municipio en contra del alcalde, al que se le acusa de hacer mal uso de los recursos municipales.
¿Qué diferencia este último caso con el de Arica? En que hubo concejales probos que prendieron oportunamente las luces de emergencia. En ambos municipios, la institucionalidad es la misma. Los mecanismos de control y de responsabilidades están claramente establecidos, las responsabilidades del cargo en todos los niveles también están determinadas y los procedimientos de revisión y rendición de cuentas son los mismos. Pero los resultados en uno y otro caso son muy distintos.
Lo que en definitiva falló fue el “factor humano”. La red de corrupción de Arica involucraría, según las acusaciones, a personas clave que debieron haber encendido las alarmas pero, aparentemente, priorizaron sus intereses personales por sobre el bien común. La transparencia es un medio muy importante para evitar la corrupción, pero no basta. Debe ir acompañada necesariamente de los valores y virtudes cívicas, incluyendo los principios de probidad y honradez que deben primar en todo ciudadano, especialmente, en los que ejercen cargos y funciones públicas. Desde tiempos bíblicos se ha señalado que “la corrupción reina en el mundo a causa de los malos deseos” que residen en el ser humano.
Se hace indispensable que, por una parte, las leyes se cumplan y se hagan cumplir de modo que dejen de ser letra muerta o dormida y, por otra, que los controles y fiscalizaciones se ejerzan oportunamente con el fin de hacer más difícil el engaño y la trampa que tanto abunda en nuestra sociedad, el conocido “cumplo” y “miento”. Más que nuevas leyes -solución mágica para todos los problemas en Chile- debemos partir por que las leyes existentes se acaten y los controles se apliquen, sobretodo en una sociedad como la nuestra que aún no tiene bien internalizados los valores de convivencia democrática que implican el respeto por los bienes ajenos y la obligación cívica de buscar el bien común.
Si los valores cívicos estuvieran bien compenetrados en la ciudadanía, en donde se esperaría que los actos de corrupción fueran terminantemente condenados por la sociedad, no molestarían las barreras en contra de la corrupción y a favor de la transparencia.
Por lo tanto, si no trabajamos en que por un lado se cumplan la normativa y controles vigentes y, por otro, trabajemos en la formación valórica de los ciudadanos, podremos terminar secuestrados por grupos capaces de imponer sus engaños y opacidad, sustrayendo o dilapidando valiosos recursos necesarios para los sectores más vulnerables. Ejemplos de esto son los engaños para obtener subsidios en el Serviu, pasar por indigentes ante Fonasa o las falsas licencias médicas.
Nuestra obligación como ciudadanos es ofrecer una efectiva resistencia a los que buscan corromper la sociedad, la que se puede controlar y disminuir pero no erradicarla completamente ya que siempre estará presente o, a lo menos, latente. Transparencia Internacional ha lanzado, una campaña con el lema de “es hora de despertar”. Afortunadamente en nuestro país podríamos replantearla con el lema “no nos quedemos dormidos”.
Lo que eventualmente ha sucedido en Arica y Timaukel no son casos aislados y pueden repetirse en cualquier otro municipio o lugar de trabajo en Chile. Por eso es necesario que tengamos los ojos bien abiertos y los oídos afinados, y cuando detectemos irregularidades, usemos inmediatamente los mecanismos legales para hacer las denuncias correspondientes con prontitud. ¡No nos quedemos dormidos!